Tiempo perdido (fragmento)Eduardo Wilde
Tiempo perdido (fragmento)

"Pocos son los que saben trozos en prosa de memoria y sin embargo, no hay un solo habitante de este globo ridículo que no sepa por lo menos, un gran párrafo del Diablo Mundo de Espronceda o este renglón de Dante : "Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate"
Esta particularidad, esta disposición especial del espíritu humano para absorber, retener y trasmitir versos, fue sin duda la causa de que se pusiera en verso todo aquello que se deseaba conservar y de que la historia llegara trunca y contrahecha a nuestros tiempos, después de haber sido repetida en los alejandrinos de Tirteo o en los endecasílabos de otros poetas que serían quizá cojos como el primer autor.
Pero la escritura primero y después la imprenta, vinieron a echar por tierra la necesidad de conservar la historia en verso, y si bien es cierto que ya la mencionada historia no se escribe de ese modo, no es menos cierto que el número de poetas no ha disminuido, a pesar de la baratura del artículo.
Don Hilario Ascasubi es, a nuestro modo de ver, un poeta antiguo, un poeta de los tiempos primitivos, por sus tendencias y por la categoría de ideas a que ha dado forma.
Los gauchos de las pampas saben la historia de su patria, trunca como es, por los trozos de ella que contienen los versos de Ascasubi, y estos versos, al mismo tiempo que han servido para dar agradable alimento moral a los habitantes de la campaña, hablándoles en su propio lenguaje, a los ojos del extranjero son el retrato vivo de toda una casta, de toda una época, de todo un linaje, de toda una categoría de individuos, de hechos y de transiciones.
Ha pasado sin duda el tiempo del entusiasmo por las producciones del célebre Aniceto el Gallo; ha pasado la época en que no bien abría su pico este gallo, para soltar al aire su canto, ya las vibraciones de su voz recorrían el inmenso territorio argentino, siendo la materia de la conversación en las estancias, el tema de la recitación alrededor de los fogones, en los puestos, en los rodeos, la letra de las canciones en los bailes y la oración, diremos, que hasta el caminante solitario iba repitiendo mentalmente en su viaje sin término, al compás de la marcha del caballo, que sigue instintivamente, y paso a paso, su rumbo a través de la pampa.
Ha pasado el tiempo en que cada acontecimiento requería cuando menos una letrilla de Aniceto el Gallo; en que cada batalla exigía una oda gaucha, y la llegada de un buque grandioso, la descripción estrafalaria y sublime que se puede hacer de lo que fue hecho para el mar, comparándolo con cada cosa de las que fueron hechas para la tierra y nada más que para la tierra habitada, que tiene por límite el desierto a todos vientos.
Pasó también el tiempo en que a un caballero distinguido no le era permitido, so pena de no estar a la moda, ignorar la última composición del Gallo cantor y en que la más pulida de las damas tenía que saber por fuerza quien era Chano y cualquier otro gaucho andariego.
Pero si el entusiasmo por aquellas producciones pasó, la obra queda, no quizá para producir nuevo entusiasmo, sino para retratar una especie de gusto, para fotografiar una clase enteramente original de literatura, sin igual en los anales de este arte. "



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