Sálvame, Joe Louis (fragmento)Andrés Felipe Solano
Sálvame, Joe Louis (fragmento)

"Qué maldición una muerte pública, entre vitrinas con luces de navidad y maniquíes de mujeres con pezones hipertróficos. No sería para nada grato irse del mundo rodeado por parejas que acaban de salir de cine, de niños con los mocos escurriéndoles por la nariz y conos de tres bolas, de adolescentes que arrastran los pies y aseadoras con las manos desolladas de tanto trapear. Lo mío es un infarto agudo del miocardio sin posibilidades de reanimación mientras veo «Leyendas del ring», un programa de boxeo al que en los últimos días le he tomado un aprecio insospechado.
Eso es todo lo que pido. Si es posible, durante la repetición del capítulo dedicado a Rocky Marciano, el único campeón de los pesos pesados que se retiró invicto.
Marciano se alejaba del mundo, de su mujer y de su familia, dos meses previos al combate. Faltando un mes, dejaba de escribir cartas y en los últimos diez días evitaba mirar su correspondencia y no contestaba el teléfono. A una semana del encuentro se prohibía dar la mano, comer alimentos condimentados y viajar en carro.
Durante todo ese tiempo veía a su oponente trotar a su lado y por las noches soñaba con él. Así como un monje decide enclaustrarse para tener solamente contacto con su dios, de la misma manera el campeón se recluía en vísperas de una pelea. Y siempre, sin falta, al finalizar el combate se acercaba a su oponente para darle un abrazo y un beso en la mejilla. Querido Marciano, mi santo protector, mi nuevo patrono. "



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