Marsuf. El vagabundo del espacio (fragmento)Tomás Salvador
Marsuf. El vagabundo del espacio (fragmento)

"Leo Carey descubrió una chispa burlona en los ojos de Julius Daonte y sólo el frío dominio de sus nervios impidió que derribara al intruso de un puñetazo.
—Lléveselo a la sentina. Y que le pongan cadenas —dijo el capitán, volviendo la espalda.
—Capitán —quiso decir el segundo.
—¡Es una orden!
—Sí, señor.
—No te preocupes, Julius —dijo el miserable— tengo mucho sueño y me echaré a dormir. Pero voy a engordar más...
—¡Que se calle! ¡Fuera!
Las leyes del espacio eran muy severas. Indudablemente, el capitán Leo Carey tenía razón. Encontrar un polizón a bordo habría supuesto, en tiempos no lejanos, un peligro total, puesto que desnivelaba el equilibrio del «salto». Aunque ahora el peligro era menor, podía suponer, como había ocurrido, una desnivelación del rumbo. Además, era un engorro jurídico muy pesado. No era ninguna broma encontrar un polizón a bordo.
El capitán Carey se levantó de la mesa después del frugal almuerzo e hizo una seña a su segundo para que le siguiera al puente de mando, lugar donde el «Viejo» se pasaba la casi totalidad de las horas. Daonte, sabiendo lo que le esperaba, no estaba muy tranquilo. Por fin, Carey habló lentamente.
—Estuve reflexionando, señor Daonte. Un polizón no es posible a menos de contar con uno o varios cómplices. Ese hombre tiene amigos en la nave y usted me aclara el asunto o yo me encargo de que sea degradado. ¿Me entiende?
—Le entiendo perfectamente.
—Bien, pues empiece usted.
Julius Daonte adoptó una postura menos reglamentaria y hasta sonrió levemente. No parecía estar asustado.
—¿Sabe usted que ese hombre es ciego, capitán?
Leo Carey disimuló su asombro. Dijo:
—¿Ciego? Imposible. Tenía una absoluta seguridad de movimientos. Incluso me miraba a la cara.
—Pues es ciego. En una palabra: es Marsuf.
—Lo dijo él mismo.
—Cierto. ¿Es que no conoce usted a Marsuf?.
Por unos momentos el capitán se encontró inferiorizado. Entreveía un lejano recuerdo que no podía precisar. Su dedicación al estudio había sido tan intensa, su teoría tan brillante, que apenas había tenido tiempo para divertirse, para frecuentar el trato de sus compañeros. Nunca pisó las borrascosas tabernas de los espaciopuertos, ni hizo caso de viejas historias. Cierto, se había sacrificado; pero era capitán a los veinticuatro años.
—Algo recuerdo —dijo, vagamente humanizado, como si entonces se le cayeran encima tantos años de sacrificio.
—Si le preguntara al grumete le diría quién es Marsuf. Se lo dirán todos los cantineros, todos los guardas, todos los aventureros del espacio. Se lo dirán todos los tripulantes del «Bandeirante». "



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