Y Dios en la última playa (fragmento)Cristóbal Zaragoza
Y Dios en la última playa (fragmento)

"LOS MEDIOS DE DIFUSIÓN calificaron el suceso de un vulgar ajuste de cuentas. En la refriega, el tipo agitanado murió instantáneamente de un tiro en la cabeza. Al otro, vestido de uniforme, lo mataron por la espalda, a traición. Sobre este último empezó a divulgarse la leyenda de que se trataba de una de las cabezas más buscadas de la Organización, un hombre misteriosamente desaparecido en la frontera francesa durante el verano del setenta y seis, cuyo cadáver nunca apareció a pesar de que la muerte había sido reivindicada por comandos anti-ETA.
Pero yo sé que no existió tal ajuste de cuentas. Mostachos mató en efecto a Papadoc, la persona a la que más quiso en su vida y a la que sirvió con toda lealtad. Lo mató, obviamente, por error. Nunca olvidaré su alarido de impotencia al percatarse de lo que había hecho. Yo, que estaba allí, pensé que iba a matarme. Pero le vi ponerse la pistola en la sien y apretar el gatillo. Su cuerpo tembló en el suelo como galvanizado por una fuerte corriente eléctrica.
Debo añadir que asistí al entierro de Gayolita, descerebrada dos meses después de estos sucesos en un enfrentamiento callejero con la Guardia Civil. Estuve comiendo pipas en su honor todo el tiempo que duró el trayecto hasta el cementerio.
A Mikel, que se entregó la misma noche de los sucesos, le siguen tratando en la enfermería de la cárcel de una depresión al parecer irreversible. En cuanto a Zin, sigue mi rastro desde que abandoné la Organización y me instalé en esta aldea de pescadores, donde he escrito este relato frente al mar y entre gaviotas propicias.
Algún día nos encontraremos inevitablemente. Lo leo cada mañana, al despertar, en los ojos de Begoñita. "



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