Los que pecan (fragmento) "Carr empujó su copa hacia delante sobre la superficie cromada. El barman hizo ademán de tomarla. Carr se volvió hacia Marcia. -¿Otro? -preguntó-. Te llevo uno de ventaja. Marcia sonrió, pero no soltó su copa. El barman levantó la de Carr con un rápido movimiento y se alejó. -No debes estar ni un poco más alcoholizado de lo necesario cuando veas a Keaton -dijo ella-. Se guía mucho por las primeras impresiones. Carr asintió, obediente. Marcia se veía espléndida esa noche. Sobre el vestido negro los hombros y el cuello desnudos se veían asombrosamente juveniles. Y la cara tenía esa expresión que Carr encontraba tan estimulante como perturbadora: una mirada que incitaba a la audacia, pero que amenazaba picar como una avispa si la audacia no era la apropiada; una mirada que indicaba que ella estaba intensamente interesada en uno, pero sólo en ciertas cosas de uno. No, por ejemplo, en los problemas. Sin importar cuán oscuros fueran. -¿Qué pasa, Carr? Estás muy callado. -Nada. -Una casi pensaría que no estás ansioso por ver a Keaton. Carr terminó su Manhattan. Se tocó la corbata negra. Hubo otro silencio incómodo. Para romperlo, comenzó a hablar de cualquier cosa. " epdlp.com |