Sucede así "Estaba fuera en la Rectoría de Santa Cecilia fumando un cigarrillo cuando una cabra apareció a mi lado. Era blanca y negra con unos toques de un marrón rojizo aquí y allá. Cuando me eché a andar me siguió. Me divirtió y encantó, pero me preguntaba qué leyes regulan este tipo de cosas. Hay una ley para las correas de perros, ¿pero para las cabras? La gente me sonreía y admiraba la cabra. "No es mi cabra" expliqué. "Es la cabra del pueblo, es que me toca el turno de llevarla." "No sabía que tuviéramos una cabra" dijo uno de ellos. "Me pregunto cuándo será mi turno." "Pronto" dije, "ten paciencia. Enseguida te toca." La cabra permanecía a mi lado. Se paraba cuando me paraba. Levantó la vista hacia mí y la observé a los ojos. Sentí que sabía todo lo esencial sobre mí. Seguimos caminando. Un policía que hacía la ronda nos miró. "Menuda cabra hermosa e imponente lleva" dijo, parándose a admirarla. "Es la cabra del pueblo" dije. "Su familia lleva trescientos años con nosotros" dije, "desde el principio". El agente se inclinó para tocarla, pero se detuvo y levantó la vista hacia mí. "¿Puedo darle una palmadita?" Preguntó. "Tocar esta cabra cambiará su vida", dije. "Usted decide." Se lo pensó gravemente durante un minuto, luego se irguió y dijo: "¿Cómo se llama?" "Se llama Princesa de la Paz", dije. "¡Dios mío! Este pueblo es como un cuento de hadas. Dondequiera que mires hay misterios y maravillas. Y yo no soy más que un chaval que juega a policías y ladrones, eternamente. Por favor, perdóneme si lloro." "Le perdonamos, agente" dije. "Y entendemos por qué usted, más que cualquiera, no debería tocar a la Princesa". La cabra y yo seguimos caminando. Estaba oscureciendo y empezamos a preguntarnos dónde pasaríamos la noche. " epdlp.com |