Cartas marcadas (fragmento)Alejandro Dolina
Cartas marcadas (fragmento)

"Al comenzar el año 1000 sucedieron numerosas catástrofes. Ignorantes del calendario juliano, los pobladores de la región atribuyeron las inundaciones, las plagas, los terremotos a oscuros enojos de los dioses tártaros a los que decían adorar. Pero Tufik aprovechó la poca fe del pueblo para sugerir que los tiranos son la causa eficiente de toda calamidad. Los indoctos y los sabios aprobaron ese juicio y muchos de ellos dieron el más firme apoyo a la causa de Tufik.
Finalmente, hubo lucha. Una lucha confusa, cuyos resultados eran imposibles de apreciar. En medio del cieno de las crecidas, entre los rescoldos de bosques incendiados, encanecidos por las cenizas de los volcanes, grupos de hombres enloquecidos peleaban hasta morir, muchas veces sin saber por qué. Las lealtades y las traiciones fueron arborizándose de tal modo que nadie sabía quiénes eran propios y quiénes forasteros.
La invasión musulmana de Abdel al Razah trajo más infortunio y más incertidumbre. En verdad, el caudillo árabe tomó Yangibazar creyendo que se trataba de Samarkanda. A pesar de las declaraciones de los prisioneros que había tomado, Abdel al Razah se mantuvo en aquella creencia durante casi dos años y se instaló en el palacio del príncipe Askar. Se autotituló visir de Samarkanda, hasta que recibió un mensaje de Tamur, el verdadero khan de Samarkanda, quien lo desafiaba a cometer sus usurpaciones en el lugar pertinente. Los musulmanes se fueron a cumplir con sus propósitos originales, pero dejaron la ciudad en ruinas. Askar volvió al palacio y, después de consultar su caja de ébano, acusó a su hermano de haber sido cómplice del invasor islámico.
Una noche, una patrulla reconoció a Tufik mendigando al borde de un abismo. Tal vez llamó la atención que un ciego pidiera limosnas en un lugar tan desolado. Inmediatamente lo apresaron. Su madre y su concubina pudieron huir, nadie sabe cómo.
Al enterarse, Askar ordenó la decapitación de su hermano. Los astrólogos le recordaron que ambos habían nacido la misma noche y por lo tanto recibían idéntica influencia de las estrellas. Era peligroso tentar al destino con posibles simetrías. Askar consultó a la esmeralda mágica y la piedra dio la razón a los hechiceros. Askar dispuso entonces que Tufik fuera encerrado para siempre en la prisión más secreta de todo el país. Eran unas instalaciones confusas, que no tenían nombre y cuya ubicación no era conocida ni siquiera por presos y carceleros, que eran conducidos allí con los ojos vendados.
Sofocada la rebelión, Askar debió ejercer su crueldad en ámbitos civiles. Para festejar su propia gloria tuvo la idea de construir dos palacios en las afueras de la ciudad, unidos por una ancha avenida. Hoy todavía puede vérsela como un inexplicable empedrado que no va a ninguna parte. Por el contrario, el informe del historiador oficial Ul Saidzahk fue escrito en su totalidad y describe con todo entusiasmo las amplias maravillas que no llegaron a construirse. "



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