Crónicas extravagantes (fragmento)Aquilino Duque
Crónicas extravagantes (fragmento)

"San Petersburgo no es una ciudad, sino la maqueta dde una ciudad, y Rusia; un país de apariencias. El genio de Potemkin estuvo en utilizar esas apariencias en propio provecho. Nada más fácil que engañar a quien desea vivamente ser engañado y el engaño fue la vía que llevó a Potemkin al corazón de Catalina la Grande. ¿Por qué en la San Petersburgo de hoy pienso en las aldeas de quita y pon del viaje imperial a Crimea? Con su campaña contra los turcos y sus aldeas de quita y pon el príncipe Potemkin pudo labrarse en San Petersburgo algo tan sólido y duradero como el palacio de Táurida. Táurida es el nombre griego de Crimea, la península en el Ponto Euxino a la que arribaron los argonautas, y tal vez por eso el palacio tiene una fachada de blancas columnas y blancos triglifos contra unos muros severos de crema tostada. Hoy son contados los palacios cuyo interior responde a los lujos exteriores. No creo que el palacio de Táurida sea uno de ellos, destinado como ha estado a usos políticos desde 1906. Bien es verdad que ya al morir Catalina II, que lo habitó en sus últimos años, su hijo Pablo I estabuló entre los salones de columnas los caballos de su Regimiento de Guardias a Caballo. Alejandro I, dispuesto a llevar la contraria a su padre del mismo modo que éste se la había llevado a su madre, la abuela de Alejandro, devolvió al palacio su esplendor, hasta el punto de que tenía fama en toda Europa. En 1906 se instaló en él la Duma o Parlamento y a partir de 1917 se suma a la obra y la leyenda de Lenin. Hasta la caída del régimen bolchevique fue instituto regional del Partido Comunista de Leningrado, algo así como un seminario rojo, y si pensamos en el estado en que los seminaristas sevillanos dejaron el palacio de San Telmo, tal vez nos hagamos una idea del interior actual del palacio de Táurida que no se visita. "


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