Un tal Servando Gómez (fragmento)Samuel Eichelbaum
Un tal Servando Gómez (fragmento)

"Felisa.-Hay mucho que hacer hoy. Tengo que preparar las cosas para los convidados.
Servando.- Tenés toda la tarde para eso.
Felisa.- Mientras vamos a la iglesia y al Registro Civil y volvemos son las tres o las cuatro.
Servando.- Siempre sobra tiempo.
Felisa.- Te parece.
Servando.- ¿Y el hijo?
Felisa.- Dormidito.
Servando.- ¿Lo dejás solo?
Felisa.- Mientras duerme, mejor. Acostada a su lado, me parece que lo despierto con el aliento.
Servando.- ¿No será al revés? ¿No será que él te tiene desvelada con su respiración?
Felisa (extrañada).- ¡No digás eso, Servando! Ya me he llevado mis buenos sustos. Como no se le oye para nada, me despierto sobresaltada, creyendo haberlo aplastado. ¿Vos has oído alguna vez el vuelo de una mariposa? Su respiración es como el vuelo de una mariposa. (Transición. Una breve pausa.) Supongo, Servando, que no vas a atar esta mañana.
Servando.- Hoy he decretado fiesta nacional, con motivo del cristianamiento de tu hijo.
Felisa.- ¿Te cebo unos mates?
Servando. No, señora. El mate me lo cebo yo solo. Si querés acompañarme, tomaremos juntos. Vos sabés que yo cebo unos mates que son gloriosos.
Felisa.- Yo te los cebo, ¿querés?
Servando.- Vos andá a acostarte.
Felisa.- Te juro que estoy bien.
Servando.- Si es así, hacé tu gusto.
Felisa.- ¡No seás malo!
(Servando toma del bozal a su tordillo y se lo lleva hacia la derecha, por detrás de la casa, al tiempo que Felisa entra a la habitación. La escena queda durante algunos segundos sin personajes. Luego, en el instante en que reaparece Servando, vienen, por el portón, Gallito, Arseno y Peretti. El primero es un muchacho de unos dieciocho años; los otros, hombres de treinta y cinco a cuarenta. Peretti habla con un ligero acento italiano.)"



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