Muerte en un país extraño (fragmento)Donna Leon
Muerte en un país extraño (fragmento)

"Durante el viaje de regreso a la estación de Grisignano, Ambrogiani trazó a Brunetti, a grandes rasgos, el esquema de cómo era posible hacer semejante vertido. Aunque la policía de aduanas italiana tenía derecho a inspeccionar todos los camiones que llegaban a la base norteamericana procedentes de Alemania, como eran tantos la supervisión resultaba, cuando más, superficial y, en algunos casos, inexistente. Para no hablar de los aviones, que aterrizaban y despegaban de los aeropuertos militares de Villafranca y Aviano a placer, cargando y descargando sin trabas.
Cuando Brunetti preguntó el porqué de tanto trasiego de mercancías, Ambrogiani explicó que el Gobierno de Estados Unidos se desvelaba para que sus soldados y las esposas y los hijos de sus soldados se sintieran felices. Helados, pizza congelada, salsa para spaghetti, patatas chips, licor, vinos de California, cerveza: todo esto y más llegaba por avión para abastecer las estanterías del supermercado, por no hablar de las cadenas de música, televisores, bicicletas de carreras, tierra vegetal y ropa interior. Después estaban los transportes que traían el equipo pesado, como tanques y jeeps. Como la Navy tenía bases en Nápoles y en Livorno, también podían traer por barco cualquier cosa.
—No tendrían grandes dificultades para entrar esos residuos —comprendió Brunetti.
—Pero, ¿por qué traerlos aquí? —preguntó Ambrogiani.
Para Brunetti estaba claro.
—Los alemanes son más escrupulosos en estas cosas. Allí los ecologistas tienen mucha fuerza. En Alemania, si se descubriera algo semejante, se armaría un escándalo. Ahora que se han reunificado, alguien empezaría a hablar de echar a los norteamericanos, sin esperar a que se marcharan por su voluntad. Mientras que aquí, en Italia, a nadie le importa lo que se vierte ni dónde se vierte, por lo que no tienen más que retirar todas las identificaciones. Así, si se descubre el vertedero clandestino, no puede atribuirse a nadie, todos pueden decir que no saben nada, y a nadie le importará tanto el asunto como para ponerse a hacer averiguaciones. Aparte de que aquí a nadie le dará por pedir que se eche a los norteamericanos.
—Pero no han quitado todas las identificaciones —señaló Ambrogiani.
—Quizá pensaban que todo eso estaría enterrado antes de que alguien lo descubriera. Es muy fácil traer una excavadora y taparlo. De todos modos, parece que ya no queda mucho espacio. "



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