Que nadie se mueva (fragmento)Denis Johnson
Que nadie se mueva (fragmento)

"En el cruce con la carretera, Gambol detuvo el Caddy. Estiró el brazo izquierdo en diagonal y puso la palanca de cambios en "estacionar". El Hombre Alto estaba mirando al frente.
Gambol le palpó los bolsillos de la chaqueta al Hombre Alto, le quitó el móvil y el cuaderno, los dejó sobre el tablero de mandos y acto seguido le clavó la pistola en las costillas.
El Hombre Alto abrió la portezuela y salió. Gambol se la cerró pisando el acelerador para largarse.
Cuando se hubo alejado unos quinientos metros por la carretera, Gambol levantó el pie del acelerador, apoyó las muñecas en el volante y se desentumeció los hombros. Había mucho tráfico. El problema estaba en el otro lado, en un carril que iba al norte, pero los vehículos en el carril que iba al sur donde estaba él habían aminorado la marcha hasta un ritmo de peatón. A aquella velocidad, el Hombre Alto llegaría a Madrona antes que él.
Miró por el retrovisor y vio al Hombre Alto paseando por detrás de él en dirección al pueblo, en medio del fresco del anochecer; los faros de los coches que pasaban elevaban su silueta y la empujaban a un lado.
El Hombre Alto se ocupaba de números, impuestos y cuentas bancarias. Había montado la evasión fiscal del propio Gambol. A Gambol le caía bien. [...] Los vehículos que pasaban a su alrededor proyectaban un parpadeo de luces azules y blancas. Mientras pasaba despacio con el Caddy junto al lugar de la carretera donde estaba el problema, estuvo a punto de pararse. Los accidentes no eran cosa suya y quedarse mirándolos boquiabierto no era más que otro síntoma de la enfermedad humana. Pero aquel coche le resultaba familiar. Se despertó en una oscuridad roja. El ruido del río la puso de pie y la transportó por un túnel que se ramificaba hacia la luz y el ruido del agua. "



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