La Necesidad (fragmento), de Cuentos SiberianosVladimir Korolenko
La Necesidad (fragmento), de Cuentos Siberianos

"Los ancianos se miraron de nuevo y Ulaya dijo:
- Sigue, hijo mío, si así lo deseas.
- ¿Si así lo deseo? -le interrumpió el joven con una amarga sonrisa-. De eso se trata, de que no sé si deseo lo que quiero o si es otro el que lo quiere, y yo no.
Se interrumpió la calma era completa. Sólo la brisa movía ligeramente las copas de los árboles. Una hoja cayó a los pies de Purana. Mientras Kassapa la seguía con su triste mirada, de la roca calentada por el sol se desprendió un peñasco que cayó rodando hasta la orilla del arroyuelo, donde entonces estaba descansando un gran lagarto... Todos los días, a la misma hora, el lagarto salía de su agujero y, levantándose sobre sus patas delanteras, con los saltones ojos cerrados, parecía escuchar las sabias palabras de los ancianos. Se podía pensar que su verde cuerpo albergaba el alma de un sabio brahmán. Esta vez el peñasco liberó a aquella alma de su verde envoltura para nuevas reencarnaciones.
Una amarga sonrisa se esbozó en la cara de Kassapa.
- Pues bien -dijo-, preguntad a esta hoja si era su deseo caer de la rama, o a la piedra si por su voluntad se desprendió de la roca, o al lagarto si deseaba verse bajo la piedra. Llegó el tiempo y la hoja ha caído, y el lagarto no volverá a escuchar vuestras palabras. Todo lo que sabemos es que no pudo ser de otro modo. ¿Acaso decís que esto pudo y debió ser de otra manera a como ha sido?
- No pudo -contestaron los ancianos-. Lo que fue debía ser en la concatenación general de los acontecimientos.
- Vosotros lo habéis dicho. Pues bien, también los verdugones de la espalda de Jevaka debieron producirse en la concatenación general de los acontecimientos, y cada uno de ellos estaba escrito desde el comienzo de los siglos en el Libro de la Necesidad. Y vosotros queréis que yo, que soy como la piedra, como el lagarto, como la hoja en el árbol común de la vida, como la más pequeña gota de este arroyo, arrastrada por una fuerza desconocida desde el nacimiento hasta la desembocadura, queréis que luche contra la fuerza del torrente que me arrastra...
Dio con el pie a la piedra ensangrentada, que cayó al agua, y volvió a sentarse junto a los buenos ancianos. Sus ojos se hicieron de nuevo turbios y tristes."



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