La edad secreta (fragmento)Eugenia Rico
La edad secreta (fragmento)

"He visto su fecha de nacimiento. La he visto sin querer, se le ha caído el carnet de conducir del bolsillo. Y le he dicho que condujera él. Le gusta tanto conducir que no ha preguntado nada.
Cierro los ojos y él cree que estoy cansada de dormir sobre el frío suelo de la tienda. No sabe que no puedo ver, que no veo el mundo ni la carretera desde que he recordado el día en que nació. Porque me acuerdo, recuerdo perfectamente el día en que vino al mundo. Hacía mucho que yo estaba aquí. Y lo recuerdo bien porque no fue un día cualquiera. Fue el día en que yo perdí la virginidad.
Supongo que es otra manera de nacer. Él lloraba por primera vez y, en un cuarto de baño triste, también yo lloraba. No por vez primera ni por última, lloraba por lo que creía amor una vez más. El hombre a mi lado, mi novio, luego mi marido, se había enfadado porque no sangré.
Me han contado que los niños vienen al mundo envueltos en sangre. Quizá esa sangre que yo no tuve fue la que le envolvió a él al nacer.
Lloraba por el bruto de mi novio. Estábamos en un almacén, sobre una cama vieja. Un polvo blanco caía sobre nosotros y sobre un montón de muebles cubiertos por sábanas que nos rodeaban como fantasmas. A cada esquina de la cama había una vela. Nuestros intentos desesperados por gozar habían derramado la cera sobre las mantas. Nos habíamos quemado, pero poco. Su familia tenía una fábrica de muebles y éste era el viejo almacén donde él llevaba a las chicas los sábados por la noche. Un lugar frío sin luz eléctrica ni calefacción que intentábamos calentar con nuestros besos. No sangré. Pero tampoco lloré delante de mi novio.
Cuando él se hubo ido y estuve de pie en el baño de mi casa, vi el hilo de sangre que ahora sí, vertical, bajaba por mis piernas.
No sabía que en ese mismo momento estaba naciendo un niño que un día se pararía en una gasolinera y me hablaría. No sabía hasta qué punto me había hecho mayor. "



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