El sabor del viento (fragmento)Ramón Gil Novales
El sabor del viento (fragmento)

"En el hogar sube un fuego corto, cuyo reflejo endurece los rasgos de la anciana. Sus ojos, de azul claro, van del techo despintado y la araña robada de cristales a los viejos muebles con barniz lejano. Las mellas en la madera, se dice, son como sus cicatrices de muy adentro, zarpazo de los años. Abandona en la falda agujas y ovillo. Agudiza su mirada desdeñosa, altanera, en el anciano que está leyendo en un sillón de enfrente. Sus orejas grandes con dureza de sabañones, la crencha ridícula que apenas define un par de mechones, su apariencia de hombre gris, dócil, en derrota, no acuden al lugar que precisa su memoria. Nada le recuerda la prestancia de aquel muchacho en una mañana de mayo, nada su decisión temeraria, rompedora de hábitos sociales, al aproximarse a una desconocida, altiva, orgullosa de su categoría; después de tantos años aún le asombran sus ambiciosos proyectos, la confianza en su voluntad de hierro, el aplomo con que expresa su futuro logro, la reiterada promesa de mantener la posición de una muchacha asentada en un barrio nuevo, cuya hilera de torres pregona empaque, distinción y fortuna grandes. En el rostro del anciano, ahora tan apagado, ve cóleras repentinas, ruegos, quejas por la suerte adversa, excusas, pretextos e inciertas promesas. En ella subsiste la amargura; el roce diario, la costumbre, han dejado sin filo al rencor largamente alimentado. Tal vez el fracaso sea obra de ambos, piensa mientras contempla con un asomo de piedad la tristeza de aquellos ojos. "


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