Tigres en el jardín (fragmento) "Con estos mismos labios que ha de comer la tierra, te beso limpiamente los mínimos cabellos que hacen anillos de ébano, minúsculos y bellos, en tu cuello, lo mismo que el pinar en la sierra. Te muerdo con los dientes, te hiero en esta guerra de amor en que enloquezco. Sangras. Y pongo sellos a las heridas tibias con besos, besos... Ellos que han de quedar comidos, mordidos por la tierra. Tal ímpetu me come la entrañas, que sorbo tu carne palmo a palmo, cerco de llama el sexo, te devoro a caricias, y a besos, y a mordiscos. Ni la muerte, ni el ansia, ni el tiempo son estorbo. El abrazo es lo mismo si cóncavo o convexo, y yo soy un cordero que trisca en tus apriscos. Como un ascua de odio te hemos visto en la aurora, como un trigal de cielo derramado en la vega, y hemos sorbido el agua que tu contacto dora y ese aroma de rosas que nos cerca y anega. En este huerto el lirio es feliz. Sólo implora libertad nuestra sangre, mientras la nube llega, se riza y, leve, pasa. Da el chamariz la hora, y el gozo de la sombra, como un rencor, nos niega. Solos entre las dalias, entre cedros y fuentes, tanto nos asediamos que nos cala hasta el hueso este amor sin futuro y esta luz de los dientes. Tigres somos de un fuego siempre vivo e ileso, y te odiamos por libre, recio sol, mientras puentes de plata ha levantado la muerte a nuestro beso. " epdlp.com |