El distrito de Sinistra (fragmento)Adam Bodor
El distrito de Sinistra (fragmento)

"Aquel año, el día más frío cayó a comienzos de primavera. La noche anterior, Géza Hutira ya no durmió; desde que se extinguiera el fuego, y el frío de la cuenca se introdujera en la casa por la chimenea, él se dedicó a dar calor a Bebe Tescovina. Un rato la tuvo abrazada, y luego, después de cubrirla con toda suerte de telas y trapos que encontró, la tumbó cuan larga era sobre su cuerpo y la tapó también con su pelo y con su barba. Aunque dio una cabezada, percibió en el duermevela el crujido de la nieve: alguien se acercaba siguiendo el mudo y gélido arroyo. Los pasos no tardaron en pisar el umbral, y cuando Géza Hutira iluminó con la linterna al sujeto en cuestión y reconoció aquella figura cubierta de escarcha que soltaba furiosas vaharadas y hacía centellear los colmillos helados -era Nikifor Tescovina-, creyó que venía por su hija, decidido a llevársela a casa. Pero, esta vez, el cantinero ni siquiera prestó atención a su hija, puesto que buscaba a Géza Hutira.
-Póngase usted algo de abrigo -dijo- y métase tabaco y algo para masticar en los bolsillos. Que nos vamos por unos cuantos días.
-Por las noches no suelo salir de casa -masculló Géza Hutira-. Y tampoco ha ocurrido nunca que no leyera los datos de mis instrumentos. ¿Quién cree usted que va a registrar las mediciones?
-Usted venga... Sabe perfectamente que ni Cristo se interesa por sus observaciones.
-Y ya que es imprescindible, ¿adónde vamos?
-Ya se lo dirán.
Sólo la nieve iluminaba el escenario cuando se pusieron los esquís delante de la puerta. La casa del meteorólogo se hallaba por encima de la linde del bosque, de forma que subieron hasta el rellano más cercano de la montaña, atravesaron la estrecha meseta y bajaron por la otra vertiente hasta el paso de Baba Rotunda. En la casa de Andrei, el peón caminero, los esperaba la coronela Coca Mavrodin, de los cazadores de montaña de Dobrin.
-Nos disponemos a visitar a unos enfermos -dijo cuando llegaron sus dos hombres-. Echaremos un vistazo al bosque de Kolinda, donde viven los guardabosques jubilados. Me he enterado de que no están en buenas condiciones. Es más, sólo puedo decir lo peor respecto a su salud. Vamos a ver qué se puede hacer por ellos. "



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