El flautista de Hamelin (fragmento)Robert Browning
El flautista de Hamelin (fragmento)

"Entonces el Flautista salió a la calle, algo sonriente, como si supiese qué magia dormía en su flauta, y, como un músico experto, frunció los labios para soplar el instrumento. Los ojos despedían destellos azules y verdes, como cuando se arroja sal sobre la llama de una vela. Y antes de que la flauta hubiese emitido tres notas agudas, se oyó algo que recordaba un ejército en marcha. El murmullo se convirtió en gruñido, el gruñido en rugido y las ratas comenzaron a precipitarse atropelladamente a la calle.
Ratas grandes, ratas chicas, ratas enclenques, ratas robustas, ratas marrones, ratas grises, ratas negras, ratas rubias, viejas ratas solemnes y rengas, ratitas alegres y juguetonas, padres, madres, tías, primos, colas en alto y bigotes en punta, decenas y docenas de familias, hermanos, hermanas, esposas y esposos, todas detrás del Flautista.
El Flautista tocaba y caminaba y las ratas lo seguían bailoteando, hasta que llegaron a orillas del Weser, donde todas se zambulleron y murieron.
Todas salvo una, intrépida como Julio César, que atravesó el río a nado y vivió para llevar sus Comentarios al País de las Ratas, tan cuidadosa como el conquistador romano de preservar el manuscrito. "



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