La euforia perpetua (fragmento)Pascal Bruckner
La euforia perpetua (fragmento)

"Parece que en Londres hay un club muy selecto que exige de sus miembros, so pena de expulsión, no decir más que tópicos. Si alguien trata de subir el listón de la discusión o expone una idea más o menos interesante, es inmediatamente excluido. Un peligroso ejercicio que exige tanta agilidad mental como un alegato o una justa oratoria.
Aquí no vamos a hablar de esta banalidad por obligación, de esa caída de los seres, las cosas y los discursos en un mundo común que los hace a todos equivalentes, sino de otra banalidad, que precede a cualquier división entre lo banal y lo original, y que nació en el seno del mundo medieval: un nuevo régimen temporal que se caracteriza por la prosificación del mundo, por la victoria de lo profano sobre lo sagrado. La religión, tal como se practicaba hasta la Revolución francesa, cumplía una doble función: dirigía la existencia terrestre y enfatizaba sus aspectos menos brillantes. El tiempo humano nos conducía a la eternidad a través de cierto número de pruebas: como ese peregrino de John Bunyan que va de la Ciudad de la Destrucción a la Ciudad Celestial salvando toda una serie de obstáculos, como la Feria de las Vanidades o el Pantano de la Desesperación (The Pilgrim´s Progress, 1678). La perspectiva del más allá compensaba los aspectos más humildes, los más miserables de la condición humana. Lo más ínfimo podía salvarse, el universo entero, con sus horrores y su vacío, estaba destinado a la liberación.
En el momento en que el hombre sustituye a Dios como fundamento de la ley y la religión se retira del dominio público para convertirse en un asunto privado, el tiempo gana cierta autonomía; ya no sólo es un camino hacia lo eterno, y sólo de nosotros depende que vaya a alguna parte. Se convierte en un medio en el que el individuo puede desarrollarse y construirse a sí mismo, pero también en la niebla en la que puede perderse: es un creador y a la vez un viejo desatinado. Éste es el descubrimiento moderno: que la vida no es tan repetitiva como dicen, que se repite mucho pero que también es posible inventar algo nuevo. Tras el "violento pathos de la vida medieval" (Huizinga) viene la indeterminación de una duración tan fértil como fastidiosa. "



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