Humo hacia el sur (fragmento)Marta Brunet
Humo hacia el sur (fragmento)

"La Moraima ha pedido un braserillo y eso quiere decir que ésta es noche de ensalmos, y que por la casa toda se enlutará el aire con el olor del incienso y la mirra. Echará en las brasas removidas puñados de esa mezcla, a la que irá añadiendo perversos mejunjes, y mientras un humo denso se despereza en lentas volutas azules, irá diciendo las palabras del sortilegio, monótonamente, para no mezclar su inalcanzable sentido con alguna intención que vele su eficacia, mientras con el taco marcará el tiempo del ritmo que las despierte. Todo eso ya pertenece al reciente pasado. Ahora tiene en una mano dos pequeños cigarros. Con perfume de alhucema asperja uno de los puros y musita:
-Yo te conmino y ordeno que no seas más puro, que seas "la casa de la Moraima".
Asperja aguardiente sobre el otro puro y murmura:
-Yo te conmino y ordeno que no seas más puro, que seas "la voluntad de los hombres".
Toma asiento frente a una mesa sobre la que humea el braserillo de tres patas, detrás de él hay una enorme esfera de cristal, en cuyo centro se apretujan pasado y futuro, y como fondo, hay un espejo desde el que atisba el pasmo del presente. La Moraima ha encendido el primer puro y fuma en cortas chupadas, sin voluptuosidad, marcando cada aspiración con un seco golpe de taco en el suelo. Son siete chupadas y siete golpes. Luego respira largamente y por otras siete veces repite:
-La casa de la Moraima... La casa de la Moraima..."



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