Solitario Blues (fragmento)Hugo Burel
Solitario Blues (fragmento)

"El frío de la madrugada lo despertó. La pipa había caído junto con la tabaquera y el viento había esparcido las hebras de tabaco por todo el piso. Lentamente se incorporó y entró en la casa en busca de abrigo. Enseguida preparó café, tostadas y se aplicó a un temprano desayuno. Sin pensarlo se descubrió tarareando el blues, uniendo notas con torpeza para recrear lo oído.
Pero, lo que en la noche había sonado misteriosamente, por la mañana era un divertimento de solitario, la persecución doméstica de un sentimiento déjà vu. Mientras amanecía escribió dos cartas y cuando el sol comenzó a entibiar, bajó a la playa.
El mar color gris se demoraba en una calma que sólo era quebrada por la zambullida de alguna gaviota en busca de alimento. A poco de estar caminando supo que buscaba a alguien. Aunque sabía de sobra que no había nadie llamado Horace Silver o Hank Jones en ese lugar, nadie allí podía haber sido capaz de acariciar con esa languidez un teclado, desentrañando el blues como si lo sacara de las entrañas de la tierra. Y allí estaba la primera pista.
Volvió a la casa, tras una caminata que lo llevó más allá de las rocas del oeste, casi hasta el final de la delicada parábola del cabo. El resto de la mañana lo dedicó a progresar en el cuento iniciado meses atrás. Estaba decidido a superar las interrupciones para entregarse a una genuina tarea de creación. Necesitaba trabajar en soledad y reconstruir su universo interior, devastado en los últimos meses en la ciudad.
al mediodía el cielo comenzó a nublarse y el gris del mar dio paso a un profundo azul cobalto rizado de pequeñas olas. Desde la ventana de la cocina vio los pescadores regresando en la chalana. Eran los únicos que vivían todo el año en Marazul. Ya en la playa, mientras elegía pejerreyes para el almuerzo, les dijo:
-¿Anoche escucharon la música?
Los hombres se miraron sin dejar de extender la red. "



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