La mesa de los galanes (fragmento)Roberto Fontanarrosa
La mesa de los galanes (fragmento)

"Estaban los dos sentados en la Mesa de los Galanes pero un poco antes de la hora habitual de la tertulia (las siete, las siete y media de la tarde) los dos dando la espalda a los baños, del mismo lado de la mesa, mirando hacia calle Sarmiento. Una muy buena ubicación para tener controlada la entrada de la ochava, aunque el Zorro quedaba medio tapado por la columna que estaba a su derecha. La columna donde se había colgado la foto enmarcada de la visita del Nano Serrat, foto tras la cual (hasta hacía algún tiempo) había estado oculto el Pequeño Larousse Ilustrado que trajera Malena después de la severa discusión armada una noche en derredor del significado de la palabra "frontispicio"
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El Francés se sentó frente a Ricardo, no sin antes, prolijo, levantarse levemente los pantalones sobre los muslos, cosa de no arrugarlos demasiado. También hubo otro intercambio mínimo de salutación y un recorrido rápido de la vista del Francés por el recinto, como para comprobar que todo seguía igual pese a su ausencia. Estaba sentado casi en la punta de su silla, la silla un tanto alejada de la mesa, acodado en el nerolite y sin soltar de su mano izquierda un par de carpetas y una agenda. Recién cuando le informó a Ricardo, "Mirá, quería hacerte una pregunta", acercó la silla y se acomodó bien de frente a él, como para quedarse. En ese mismo momento, y al igual que en las comedias livianas del teatro de entretenimiento —casi simultáneamente con la salida del Zorro por Santa Fe—, entraba el Pitufo por la puerta de la esquina. El Pitufo venía con ganas de joder y se sentó en la silla en que había estado el Zorro. Se alegró de ver al Francés pero era notorio que su intención era hincharle las bolas.
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Yo estaba en un boliche. Un boliche medio de trampa que está allá por Alem al fondo. Tomando un trago con una mina. Y no me di cuenta de que al lado mío, adelante, había otra mina con algunas pendejas y algunos pendejos, muy chetos todos. Y era temprano, serían las once de la noche, las doce. Y en eso veo un relampagueo, un flashazo, de una foto. Primero no le di pelota pero después, calculando, me di cuenta de que desde el lugar donde estaba parado el fotógrafo la mesa mía también había salido. Y que yo y la mina estábamos ahí en la foto, seguro. Seguro. En un segundo plano, pero estábamos. Cuando me di cuenta salí a buscar al fotógrafo pero ya se había ido. Le pregunté al pibe dueño del boliche y me dijo que era un fotógrafo de la revista de Cablemundo. Hablé a Cablemundo y no supieron decirme. Empecé a buscarlo por todos lados. "



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