La construcción de uno mismo (fragmento)Michel Onfray
La construcción de uno mismo (fragmento)

"En el centro del teatro de la crueldad, se encuentra el Condottiere, artista y actor, autor y observador del espectáculo que da consigo mismo. Su dialéctica oscila entre exhibición y vouyerismo, entre complacencia por el signo exteriorizado e inquietud por lo interior que informa. Su gesto es creador de un espacio mágico, como cada vez que se trata de decisión, de concretar una voluntad. El voluntarismo estético que practica es experimental: cada situación construida produce un estilo que, a su vez, le da consistencia al conjunto. El edificio se construye en el tiempo. El espejo del que habla Baudelaire, es necesario: vivir teniendo enfrente la imagen del efecto producido para, eventualmente, corregir las imperfecciones, los fracasos o los trazados. El arte que practica el Condottiere dota a cada instante de densidad. Todo tiene sentido y nada es inocente. Panofsky demostró hasta qué punto elementos aparentemente dispersos podían significar lo mismo, como, por ejemplo, la catedral y su arquitectura remiten explícitamente al pensamiento escolástico y a la elaboración de sumas teológicas. Esta singular teoría de las correspondencias permite establecer un nexo entre la experimentación estética de los años 1960-1970 y la posibilidad de una nueva ética, por fin poscristiana. Una trama de hilos entretejidos une, en una misma comunidad de destino, a figuras que pertenecen a diferentes campos. Así, una moral contemporánea y prácticas artísticas que coinciden en el tiempo pueden mostrar algunos puntos de convergencia. El Condottiere tiene un interés arquitectónico por tender puentes duraderos entre geografías de momento separadas. Evitando la deriva de los continentes éticos y estéticos, puede solidificar un arco que una ambas tierras mágicas. Encuentro aquí la definición de la modernidad.
¿Dónde están esos artistas? En los senderos abiertos por los cínicos históricos. Acciones, happening, event, actuaciones, pues, para esos ancestros del Kunismo. Y también la ascesis personal necesaria para la fabricación de una identidad: los cínicos quieren una vía corta, pero escarpada. Esta vía es exigente, pero lleva rápidamente a los destinos que uno se propone. Al contrario de los estoicos, partidarios de la vía larga, pero menos ruda. Entre los ejercicios preconizados por los filósofos de la Antigüedad, hay prácticas exigentes: soportar el frío externo, el calor, las condiciones brutales de una vida a la intemperie, soportar la privación de comida y bebida.
Los artistas del body-art francés y del accionismo vienés han ilustrado, en sus prácticas estéticas, el objetivo cínico antiguo, al requerir que el cuerpo expresara un sentido mediante el sufrimiento, la herida, la cicatriz: ingestión de carne descompuesta, tajos en el cuerpo, lamer leche derramada en el suelo como animales, equilibrio inestable practicado metafóricamente en los bordes de las ventanas a varios metros del suelo en el caso de Gina Pane; fabricación de morcilla humana con el objeto de parodiar una celebración religiosa, travestismos miméticos con la intención de interpretar, por medio del icono, una relación incestuosa, en el caso de Michel Journiac; sacrificios de animales, teatralización pagana de prácticas orgiásticas, paganismo telúrico, báquico o sanguinario, en el caso de Hermann Nitsch; exhibicionismo sexual, anal y genital, defecaciones públicas, ondinismo, en el caso de Günter Bruss; simulaciones sodomitas, escenografías de la crueldad, evisceraciones catárquicas, en el caso de Rudolf Schwarzkogler. Los años 1965-1975 ven florecer esas prácticas sintomáticas que magnifican la subversión estética. "



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