De un castillo a otro (fragmento)Louis Ferdinand Celine
De un castillo a otro (fragmento)

"Pensaba en cosas... ¡aún voy a aburrirte!... pensaba, es verdad, en la forma que ella se manejaba allá, como en su casa... nunca perdida... que me volvía a encontrar de un pasillo a otro... fascinado, aturdido, ¡otra vez ante un Hohenzollem! Hjalmar... Kurt... Hans... ¡otro!... ¡jorobado!... ¡sí! — ¡sí!... no te lo he dicho... ¡jorobados todos! Burchard... Venceslas... Conrad... ¡aún me trotan! ¡XII!... ¡XIII!... ¡XV!... ¡sus nombres! ¡siglos! ¡siglos!... ¡jorobados y paticortos!... ¡pies de chiva, hendidos!... ¡todos!... ¡Landrús-Diablos!... ¡ah, los estoy viendo! ¡los estoy viendo a todos!... ¡su verruga también!... ¡la verruga de la familia!... en la punta de las napias...La cabeza es una especie de fábrica que no marcha exactamente como uno quiere... ¡date cuenta!... ¡dos mil millares de neuronas en absoluto y pleno misterio!... ¡estás fresco! ¡neuronas independientes! ¡al menor acceso tu cráneo empieza a loquear, no puedes coordinar ninguna idea!... te sientes avergonzado... aquí donde estoy, sobre el costado, me gustaría contarte aún... ¡cuadros, blasones, correderas, colgaduras!... pero ya no sé... ¡no encuentro! la cabeza me da vueltas... ¡pero, espera!... ¡volveré a encontrarte!... a ti y a mi Castillo... ¡y mi cabeza!... dentro de un rato... ¡dentro de un rato!... ¡me acuerdo de una palabra!... ¡he dicho!... ¡el sentido animal de Bébert!... ¡ya tengo el hilo!... Bébert, nuestro gato... ¡ya caigo! que Bébert estaba como en su casa en el inmenso Castillo desde lo alto de las torrecillas hasta las bodegas... él y Lili se encontraban de un pasillo a otro... no se hablaban... como si nunca se hubiesen visto... ¡los dos a lo suyo! las ondas animales son así, un cuarto de mili desplazadas, ya no eres tú... ya no existes... ¡otro mundo! el mismo misterio con mi perra, Bessy, más tarde, en los bosques, en Dinamarca... desaparecía... la llamaba... ¡que si quieres!... ¡se hacía la loca!... se había fugado... ¡eso es todo!... pasaba, nos rozaba... ¡diez veces! ¡veinte veces!... ¡una flecha!... ¡ya la carga alrededor de los árboles!... ¡tan deprisa que ni le veía las patas! ¡bólido! ¡lo que alcanzaba como velocidad!... ¡podía llamarla! ¡no existía para ella!... sin embargo yo la adoraba... y ella también... creo que me quería... ¡pero antes que nada su vida animal!... durante dos... tres horas... ya no hacía caso... estaba en plan de fuga, en furia dentro del mundo animal, a través de oquedades, prados, conejos, corzas, patos... volvía con las patas ensangrentadas, afectuosa... murió aquí, en Meudon, Bessy está enterrada aquí mismo, en el jardín, veo el pequeño túmulo... sufrió mucho al morir... creo que de cáncer... sólo quiso morir allí fuera... le sostuve la cabeza... la abracé hasta el final... era de veras un animal espléndido... daba gozo verla... un contento que te hacía vibrar... ¡tan hermosa era!... ni un defecto... pelaje, lomos, aplomo... ¡nada mejor en los Concursos!... Es un hecho, pienso en ella incluso en este momento, en medio de mi fiebre... para empezar porque no puedo despegarme de nada, ni de un recuerdo, ni de una persona y con mayor motivo de una perra... he nacido fiel... fiel, responsable....., ¡responsable de todo!... una auténtica enfermedad... anti ahí-me-las-den-todas... ¡la gente se aprovecha!... los animales son inocentes, incluso los huidizos como Bessy... los matan en las jaurías... Puedo decir que la quise mucho, a pesar de sus locas escapadas, no la habría dado por todo el oro del mundo... como tampoco Bébert, que era el peor cascarrabias zarpudo desgarrador ¡un tigre!... pero afectuoso a ratos... ¡y tremendamente apegado! he podido darme cuenta a través de Alemania... fidelidad de fiera... En Meudon, Bessy, podía verlo, añoraba Dinamarca... ¡ningún aliciente de fuga en Meudon!... ¡ni una corza!... ¿quizás un conejo? ¡tal vez!... me la llevé el bosque de Saint Cloud... que se desfogara un poco... regresó casi enseguida... dos minutos... ¡nada a rastrear en el bosque de Saint Cloud! continuó el paseo con nosotros, pero muy triste... ¡era una perra muy robusta!... había sido muy desdichada allá arriba... realmente una vida atroz... fríos −25º... ¡y sin caseta!... no unos días... ¡meses!... ¡años!... el Báltico helado... Y de pronto con nosotros ¡muy bien!... ¡le pasábamos todo!... comía como nosotros... se largaba... volvía... jamás un reproche... comía de nuestros platos podríamos decir... cuanto más nos atormentaron las gentes más mimos necesitaba... ¡los tuvo!... pero sufrió al morir... yo no quise pincharla... darle siquiera un poco de morfina... hubiera tenido miedo de la jeringuilla... nunca le había dado miedo... la tuve, mal del todo, unos quince días... no se quejaba, pero yo lo veía... ya no tenía fuerzas... dormía al lado de mi cama... de pronto, una mañana quiso salir fuera... yo quería acostarla sobre un lecho de paja... justo después del amanecer... no le gustó... no quiso... quería ir a otro sitio... el lugar más frío de la casa y sobre las piedras... se estiró primorosamente... comenzó a agonizar... era el fin... me lo habían dicho, no lo podía creer... pero era cierto, estaba en sentido del recuerdo, de donde venía, del Norte, de Dinamarca, el hocico hacia el norte, apuntando el norte... la perra fiel a sí misma, fiel a los bosques donde se fugaba, Korsór, allá arriba... fiel, también, a la vida atroz... los bosques de Meudon no le decían nada... murió después de dos... tres pequeños estertores... ¡oh, muy discretos!... sin quejarse en absoluto... por así decirlo... y en posición realmente hermosa, como en pleno ímpetu, en fuga... pero sobre el costado, vencida, acabada... la nariz hacia sus bosques de fugas, allá arriba, de donde venía, en donde había sufrido... ¡Dios sabe!. 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