El fin de mi vida (fragmento)Graham Joyce
El fin de mi vida (fragmento)

"Esa misma noche estaba sentada en el exterior de la casita con mi abrigo, mirando las estrellas en busca de sputniks y bebiendo vino de bayas hasta que casi perdí el sentido. Mammy nunca hubiera aprobado el que bebiera tanto, pero estaba comenzando a ver las ventajas. Para empezar, duplicaba el número de estrellas en el cielo. Había oído que los rusos también habían puesto perros y monos en órbita, pero que no los habían traído de vuelta como habían hecho con Valentina. Los habían dejado allí para que murieran y siguieran dando vueltas alrededor de la Tierra una y otra vez. Me pregunté si se descompondrían; pensé que en el espacio no sería posible. Perros y simios momificados allí arriba, dando vueltas... Aquel pensamiento me hizo dar otro trago de vino de bayas.
Nunca hubiera imaginado que el que Mammy entrara en el hospital desencadenara todo un alud de acontecimientos. Durante casi veinte años, ella había sido mi escudo y mi senda a través del mundo. Del mismo modo que me había mostrado todos los caminos y vericuetos de los pastos y de las colinas, Mammy había dispuesto el mapa de la vida. Yo hablaba como ella, me vestía como ella e incluso caminaba y me abrazaba como ella.
En muchos sentidos, Mammy me había impedido ser parte de los tiempos cambiantes. Al contrario que a la mayoría de las chicas de mi edad, no me atraían las modas de los sesenta y no me volvía histérica por estrellas del pop con una mopa encima de la cabeza; era insensible a los cambios políticos que se producían y no me encontraba en sintonía con los nuevos ritmos sociales. La tecnología que veía avanzar a mi alrededor, e incluso en el cielo, apenas tocaba nuestra vida, y la asombrosa abundancia de aquellos años nos había dejado de lado. Yo sabía que la clase de vida que llevaba con Mammy apenas había cambiado desde hacía cincuenta años. Quizá más.
Solo había una cosa distinta entre la vida de Mammy y la mía. Yo no compartía sus creencias, no del todo. Pero eso ella ya lo sabía. Lo sabía y me perdonaba por ello. Y en cualquier caso, pensaba mientras bebía mi vino casero y escudriñaba el cielo nocturno en busca de sputniks, Mammy me había dicho que había tantas creencias diferentes como estrellas en el firmamento. Y yo sabía que las estrellas eran incontables. "



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