La palabra como arma (fragmento)Emma Goldman
La palabra como arma (fragmento)

"El puritanismo, con su perversión del significado y función del cuerpo humano, particularmente con respecto a la mujer, la ha condenado al celibato o a la procreación indiscriminada de una especie enferma, o a la prostitución. La enormidad de este crimen contra la humanidad se nos muestra cuando tomamos en cuenta sus resultados. A la mujer soltera se le impone una absoluta continencia sexual, bajo la amenaza de ser considerada inmoral o una perdida, con la consecuencia de producir neurastenia, impotencia, depresión y una gran variedad de trastornos nerviosos que conllevarán la disminución de la capacidad de trabajo, la limitación de la alegría por vivir, el insomnio y una preocupación por los deseos y fantasías sexuales. El arbitrario y nocivo precepto de la total continencia probablemente explica igualmente las desigualdades mentales de los sexos. Así lo cree Freud, que la inferioridad intelectual de muchas mujeres se debe a la inhibición que se les ha impuesto con el fin de la represión sexual. Habiendo así suprimido los deseos sexuales naturales de la mujer soltera, el puritanismo, por otro lado, bendice a su hermana casada con una fecundidad prolífica en el matrimonio. De hecho, no sólo la bendice, sino fuerza a la mujer, sexualmente obsesionada por la represión previa, a tener hijos, sin tener en cuenta su delicada condición física o incapacidad económica para mantener a una familia amplia. Los métodos preventivos, incluso los más seguros determinados científicamente, están completamente prohibidos e, incluso, la simple mención de los mismos, se considera como un crimen.
Gracias a esta tiranía del puritanismo, la mayoría de las mujeres se encuentran en el extremo de sus capacidades físicas. Enfermas y agotadas, se encuentran incapacitadas de ofrecer a sus hijos incluso los más elementales cuidados. Lo cual, unido a la presión económica, obliga a muchas mujeres a correr cualquier riesgo, independiente de su peligro, antes de continuar dando a luz. El hábito de provocar los abortos está alcanzando tales proporciones en Norteamérica que cuesta creerlo. De acuerdo con recientes investigaciones sobre la cuestión, diecisiete abortos son realizados cada cien embarazos. Este alarmante porcentaje sólo representa los casos conocidos por los médicos. Teniendo en cuenta el secreto con que necesariamente se tienen que practicar, y las consecuencias de la ineficacia y negligencia profesional, el puritanismo continuamente supone miles de víctimas por su propia estupidez e hipocresía.
La prostitución, aunque se la persiga, se la encarcele y se la encadene, es simplemente el gran triunfo del puritanismo. Es su niña mimada, a pesar de toda la hipócrita mojigatería. La prostituta es el furor de nuestro siglo, barriendo a lo largo de los países «civilizados» como un huracán, y dejando un rastro de enfermedades y desastres. Como único remedio, el puritanismo plantea frente a esta hija descarriada una gran represión y una más despiadada persecución. La última atrocidad está representada por la Ley Page, que ha impuesto en el estado de New York el terrible fracaso y crimen de Europa, esto es, el registro e identificación de las desafortunadas víctimas del puritanismo. De igual estúpida manera, el puritanismo busca ocultar el terrible azote que él mismo ha creado, las enfermedades venéreas. Lo más desalentador es este espíritu obtuso de cerrazón mental que ha emponzoñado a los denominados liberales, y los ha cegado para que se unan a la cruzada contra esta cosa nacida de la hipocresía del puritanismo: la prostitución y sus consecuencias. "



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