Damas chinas (fragmento)Mario Bellatín
Damas chinas (fragmento)

"Esa representación fue una de las cosas agradables que vivimos aquellas navidades. La cena de Nochebuena la pasamos solos mi esposa y yo. Mi hija, su marido y mis nietos debían cenar con mis consuegros. Por su parte, mi hijo no apareció en esos días por la casa. Su ausencia significó, de alguna manera, la liberación de una carga. Creo que no hubiera tenido la fuerza necesaria para soportar, ante su presencia, el intercambio de sentimientos que se propicia en esas fechas. A las doce nos abrazamos. Algunos amigos nos llamaron por teléfono. Luego de la cena nos fuimos a la cama. Antes, nos entregamos nuestros regalos. Mi esposa me había pedido una joya, separada por ella misma con anticipación, y yo recibí el par de corbatas que me regalaba todos los años. Esa noche dormí profundamente. De manera extraña, me levanté casi a media mañana. Desde que era joven no dormía tanto. Mi cuerpo se había acostumbrado a estar de pie antes de las siete de la mañana. Me alarmé ligeramente al ver el tono de la luz que entraba por la ventana. Mi esposa se encontraba en la planta baja. Hubiera debido ir a la clínica para revisar a unas pacientes, pero una sensación agradable me hizo permanecer en la casa. Después de darme una ducha, avisé a la clínica sobre mi ausencia. Pedí que me mantuvieran al tanto de cualquier novedad. Vestido solamente con la bata de levantar fui a la sala de música. En uno de mis últimos viajes había comprado un disco con una selección especial de mambos. Lo coloqué, y me dediqué a escuchar aquella música oída en tantas ocasiones. "


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