La filosofía de Kant (fragmento)Manuel García Morente
La filosofía de Kant (fragmento)

"Todos estos errores arrancan de una fuente común, el creer que la estética trascendental sostiene la tesis de que el espacio y el tiempo son innatos en el hombre, son formas subjetivas de la facultad psíquica de percibir. Esta interpretación estaba ciertamente preparada y como obligada por la naturaleza de los temas tratados en la filosofía anterior a Kant. En efecto, Locke, al hacer, en su famoso Ensayo sobre el entendimiento humano, un análisis del origen psicológico de todas las nociones mentales, distinguió en los objetos dos clases de propiedades. Por un lado, aquellas que no pertenecen a los objetos mismos, sino a la peculiar manera que tenemos de percibirlos, v. gr., el color, el sabor, el sonido, la temperatura. Por otro lado, aquellas que pertenecen a los objetos mismos, como la extensión, es decir, el espacio, el tiempo, el número, la impenetrabilidad. El color no es algo que esté en la cosa misma, sino sólo una manera subjetiva de reaccionar los órganos sensitivos.
Así ocurre que hay enfermedades que ciegan sólo para algunos colores o que confunden unos colores con otros.
De igual modo el sonido, en realidad, es sólo un número mayor o menor de vibraciones más o menos amplias de los cuerpos. La temperatura es, en alto grado, un fenómeno subjetivo. Una y la misma agua es fría para mi mano derecha, caliente para la izquierda. Así, pues, cuando atribuyo a los cuerpos mismos color, sabor, sonido, les atribuyo cualidades que no tienen en verdad, cualidades que no son suyas, cualidades que me figuro están en ellos, sin estarlo. Por eso se llaman secundarias o subjetivas. Pero en cambio, la extensión, la forma, la impenetrabilidad, esas son propiedades de los cuerpos que yo no puedo fingirles y atribuirles, pues si ellas no fueran más que sensaciones subjetivas mías, los cuerpos no existirían en realidad, pues esas cualidades primarias son tales que sin ellas no se concibe la realidad objetiva.
Esta distinción de Locke correspondía, en cierta manera, a la filosofía de Descartes, para quien, en la materia, nada era real más que la extensión. Correspondía también al viejo filósofo presocrático Demócrito, para quien lo único real y verdadero eran los átomos o corpúsculos indivisibles de la materia.
Mas en este camino de la investigación psicológica, no había motivo alguno para detenerse y quedarse en la distinción de cualidades primarias y secundarias. La extensión misma y sus modos son también otras sensaciones tan subjetivas y particulares como las de color o de sonido. La sensación de que los cuerpos son extensos, proviene de una compleja y larga asociación de sensaciones táctiles y musculares con sensaciones de color y de temperatura. Ya Berkeley, sucesor inmediato de Locke en la cadena del empirismo inglés, sostuvo esta teoría y declaró que toda la realidad del mundo exterior se resuelve en sensación, llamando a su filosofía inmaterialismo. Durante el siglo XVIII instituyéronse minuciosas e interesantes observaciones psicológicas. El fisiólogo y psicólogo inglés Cheselden hizo algunos experimentos sobre ciegos de nacimiento para averiguar el mecanismo psíquico que origina la sensación de espacio. Más tarde el alemán Tetens trató ampliamente de estos asuntos. Kant conocía bien todas estas tentativas para explicar el origen psicológico del espacio y buscar las sensaciones que engendran en nosotros esa representación de lo extenso: las conocía, y las cita en diferentes lugares. Después de muerto Kant, Helmholtz ha hecho interesantísimos descubrimientos ópticos y ha puesto el origen de la sensación de espacio en íntima relación con las sensaciones musculares y de movimiento que llevamos a cabo en la visión. Cualquier manual de psicología contemporáneo contiene el relato de estos experimentos y de muchos otros fenómenos curiosos e interesantes en este respecto.
Ante estos avances de la psicología de los sentidos, podría creerse que la teoría kantiana del apriorismo del espacio y del tiempo está en contradicción con los resultados experimentales de la ciencia psicológica.
En efecto, si el espacio y el tiempo son representaciones adquiridas por un proceso psíquico, complejo, de sensaciones que se asocian, ¿Cómo puede sostenerse el carácter a, priori, innato, de esas nociones? Es muy frecuente oír y leer, dirigido contra Kant, el argumento de que ese apriorismo del espacio y del tiempo es un resto escolástico de vieja y caduca psicología. Con este apriorismo cae, empero, todo el andamiaje de la crítica.
Y el positivismo triunfa, mostrando cómo los adelantos de la psicología moderna, de la psicología fisiológica y experimental, de la psicología positiva, echan por tierra las especulaciones kantianas, inútiles verbalismos de una época de psicología metafísica introspectiva. "



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