Una dama en apuros (fragmento)Tom Sharpe
Una dama en apuros (fragmento)

"Pero Slymne ya estaba confuso. Había conducido toda la noche para llegar a Ivry-La-Bataille, pero no se había atrevido a quedarse allí y había seguido hasta Dreux. Había redactado la carta de la Comtesse en un hotel de Dreux y tras un breve sueño había vuelto con el mensaje amenazador para que Glodstone lo recogiera. Luego, había estado vigilando la carretera desde una vía lateral y había visto pasar el Bentley. Con una maldición sofocada puso en marcha su Ford Cortina y siguió a una discreta distancia a tiempo de ver al Bentley cruzar el puente y girar poco después hacia la carretera de Mantes. Slymne se sintió muy satisfecho de momento, hasta que comprendió que, si Glodstone se hubiese propuesto renunciar a la expedición no habría tenido por qué dejar el hotel y tomar la carretera hacia el sur. Lo natural habría sido pasar la noche en Ivry-La-Bataille y volver hacia Calais a la mañana siguiente. Pero Glodstone no había actuado lógicamente y, para complicar aún más las cosas, no estaba solo. Viajaba con otra persona. Slymne no había podido verle bien la cara, pero evidentemente Glodstone había convencido a algún otro maldito romántico para que le acompañara en su aventura. Otra complicación. Con exasperación aún mayor, siguió al Bentley preguntándose qué podría hacer. Al menos el cochazo no era difícil de localizar. En realidad, era bastante escandaloso; en cambio su Cortina pasaba bastante desapercibido y podía igualar fácilmente al Bentley en velocidad.
Cuando llegaron a las afueras de Mantes, Slymne hizo otro plan. Si Glodstone abandonaba la población rumbo al norte, magnífico. Pero si giraba hacia el sur, Slymne se dirigiría hacia el Château e intervendría antes de que Glodstone pudiese llegar a ver a la condesa. Aún no había decidido qué acción emprendería, pero tendría que pensar algo. De momento, tenía que pensar en otras cosas. En vez de pasar de largo por Mantes, el Bentley se detuvo a la puerta de un hotel. Slymne se detuvo en una calle lateral. Al cabo de cinco minutos, sacaron el equipaje del Bentley y luego llevaron el vehículo al garaje del hotel.
Slymne se estremeció. Era evidente que Glodstone iba a pasar allí la noche, pero no tenía forma de saber cuándo saldría a la mañana siguiente; y la idea de permanecer despierto por si aquel maldito decidía salir al amanecer no le resultaba nada atractiva. Y además no podía quedarse en aquella calle tan próxima al hotel. Según todas las leyes de la naturaleza, Glodstone tenía que estar exhausto, pero aún así era muy capaz de salir a dar un paseo por los alrededores antes de irse a la cama, y reconocería el Cortina de inmediato si lo veía. Slymne puso el coche en marcha y volvió por donde había llegado hasta que se paró y se preguntó que demonios podía hacer. No podía enviar otro mensaje de la condesa. A menos de que fuese adivina, ésta no podía saber dónde se había alojado Glodstone; y, de cualquier modo, las cartas no recorrían cientos de kilómetros en un par de horas.
Slymne consultó el mapa y no le sirvió de mucho consuelo. Puede que todas las carreteras llevaran a Roma, pero Mantes no le iba a la zaga en cuanto a las carreteras que salían de ella. Había incluso una autopista que iba a París, por debajo de la cual habían pasado al entrar en la ciudad. Slymne la desechó. Glodstone odiaba las autopistas y si seguía de nuevo hacia el sur seguramente elegiría carreteras secundarias. Vigilando la intersección en las afueras de la ciudad estaría en posición de seguir si Glodstone tomaba una. Pero el «si» era demasiado incierto para la tranquilidad de Slymne y, en cualquier caso, seguir no bastaba. Tenía que detener a aquel imbécil e impedir que llegara al Château con aquellas malditas cartas.
Slymne continuó hasta que encontró un café y se pasó la hora siguiente cenando lúgubremente y maldiciendo el día en que había ido a Groxbourne, e incluso más vehementemente el día que había ideado aquel absurdo plan. "



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