Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y carlista (fragmento)Antonio Pirala
Historia de la guerra civil y de los partidos liberal y carlista (fragmento)

"Pero la regia oposición dio alas á los descontentos; y aumentando con osadía el peligro de las instituciones, se alarmaron los comprometidos por ellas, exigiendo las medidas vigorosas que la situación reclamara. Pero atadas las manos del gobierno por la misma Constitución, estrellándose en el monarca las disposiciones que provocaban sus parciales, por el que tenía que aprobarlas; breve por este obstáculo y por el descontento de los liberales cada ministerio, crecieron con el riesgo las exigencias, y la debilidad ministerial creó las sociedades patrióticas instituidas en defensa del sistema, y que fueron un embarazo y un conflicto permanente para la dirección de los negocios públicos. Pronto su influencia se sobrepuso á la del gobierno, y asustado, no siempre pudo impedir desacatos contra Fernando VII. Otra causa hizo que creciese la exaltación de los que veían estrellarse la nave del Estado, y con ella la desafección al rey y la hostilidad á los gobernantes: que no eran algunos de estos tan entusiastas como en otro tiempo al código que formaron en Cádiz. ¡Cómo habían de dirigirla por el rumbo marcado, si hasta con los extranjeros trataban cautelosamente de alterarle!... Sin fe en su bondad, ¿cómo emprender con decisión el derrotero? Ya hemos visto que dos personajes, ministros ambos entonces, negociaban fuera la reforma de la Constitución. He aquí el origen de la división de los liberales, perpetuada desde entonces, división tan grata á sus comunes enemigos. La memoria formada sobre los sucesos memorables del 7 de Julio, no permite dudar sobre este punto; y la permanencia en España del autor del Estatuto en medio de la deplorable y ciega reacción del 23, dijo demasiado á la conciencia pública. ¡Qué mucho que cayese á impulso de los propios el régimen combatido por los extraños!... Daño le hizo el Trágala, pero para el 4 de mayo del 14, y para que arrastrasen la vil cadena del presidiario los Argüelles y Calatravas que habían regalado á Fernando una corona abandonada por él; empañada en el anterior reinado, y radiante entonces de gloria, no se necesitó el Trágala. Con Fernando VII solo era posible el absolutismo sin dignidad. "


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