El gran miedo en la montaña (fragmento)Charles Ferdinand Ramuz
El gran miedo en la montaña (fragmento)

"Durante aquel tiempo, los del pueblo seguían vigilando el puesto; como el puesto contaba con cuatro hombres que se relevaban cada cuatro horas, constituía para ellos una molestia. Cuatro hombres, seis veces diarias, veinticuatro hombres al día; ahora bien, en aquel tiempo no había más de cien hombres en el pueblo, de manera que te tocaba turno más o menos dos veces por semana y a menudo en medio de la noche. Los turnos estaban escritos en un papel. A las dos de la madrugada venían a despertarte a la ventana. Constituía una gran molestia; sin embargo, pronto se verían forzados a reconocer que, incluso aquella molestia, por más importante que fuera, no iba a servir de mucho.
Al término de una de aquellas noches, poco antes de la salida del sol, sonó un disparo en la garganta; luego, aquella nueva desdicha empezó a bajar hacia ellos.
Al principio, los del puesto no habían entendido bien; sólo habían visto que venía un hombre; se habían precipitado fuera del henil con sus escopetas, con la intención de detenerle, gritando: "¡Alto!", y de pronto:
-¡Pero si es Romain...!
En efecto, era Romain.
Lo que había ocurrido era que Romain, al mantenerse oculto, no había podido quedarse quieto. Su antigua afición le había desasosegado. Se había puesto a pensar en su escopeta y en la hendidura de la roca en la que, bajo las aguas secas, estaban el arma, el cebador, los perdigones y los cebos en una caja de hojalata, porque se trataba de una escopeta de gatillo, aunque eso no importaba, sino al contrario; se había desasosegado ante la idea de que la escopeta no sirviera para nada, mientras él hubiera tenido todo el tiempo necesario para servirse de él, con el agravante de que él no sabía qué hacer con su tiempo. "



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