Curso de Lingüística General (fragmento)Ferdinand de Saussure
Curso de Lingüística General (fragmento)

"Estas grafías irracionales todavía corresponden a algo de la lengua; pero otras no corresponden a nada. El francés actual no tiene consonantes dobles, salvo en los futuros antiguos mourrai, courrai; sin embargo, la ortografía pulula de consonantes dobles ilegítimas (bourru, sottise, souffrir, etcétera).
Y así sucede que, como no está fijada y como busca su regla, la escritura vacila; de ahí esas ortografías fluctuantes que representan los intentos hechos en diferentes épocas para figurar los sonidos. Así en ertha, erdha, erda, o bien en thri, dhri, dri del antiguo alto alemán, th, dh, d representan seguramente un mismo sonido; ¿pero cuál? Imposible saberlo por la escritura. Y de aquí resulta la complicación de que ante dos grafías para una misma forma, no siempre es posible decidir si se trata realmente de dos pronunciaciones. Los documentos de dialectos vecinos escriben la misma palabra unos con asca otros con ascha; si los sonidos son idénticos, es un caso de ortografía fluctuante; si no, la diferencia es fonológica y dialectal, como en las formas griegas paízo, paízdo, paíddo. O, por último, se trata de dos épocas sucesivas; si en inglés encontramos primero hwat, hweel, etc., después what, wheel, etc., ¿estamos ante un cambio gráfico o un cambio fonético?
La conclusión evidente de todo esto es que la escritura vela y empaña la vida de la lengua: no es un vestido, sino un disfraz. Bien lo muestra la ortografía de la palabra francesa oiseau, donde ni uno solo de los sonidos de la palabra hablada (wazó) está representado por su signo propio: de la imagen de la lengua no queda nada.
Otra conclusión es que cuanto menos representa la escritura lo que debe representar, tanto más se refuerza la tendencia a tomarla por base; los gramáticos se encarnizan en llamar la atención sobre la forma escrita. Psicológicamente esto se explica muy bien, pero tiene consecuencias molestas.
El empleo que se hace en francés de las palabras «prononcer» y «prononciation » es una consagración de ese abuso y trastrueca la relación legítima y real que existe entre la escritura y la pronunciación. Cuando se dice que es necesario pronunciar una letra de tal o de cual manera, se toma la imagen por el modelo. Para que oi se pudiera pronunciar wa, tendría que empezar por existir por sí mismo. En realidad es wa lo que se escribe oi. Para explicar tal extravagancia se añade que en este caso se trata de una pronunciación excepcional de o y de i; y esto es otra vez una expresión falsa, ya que implica una dependencia de la lengua frente a la forma escrita. Se diría que se permite algo contra la escritura como si el signo gráfico fuese la norma.
Estas ficciones se manifiestan hasta en las reglas gramaticales, por ejemplo la de la h en francés. En francés hay palabras con vocal inicial sin aspiración, pero que han recibido una h por recuerdo de su forma latina; así homme (ant. ome), por causa de homo. Pero hay otras, procedentes del germánico, en las que la h ha sido realmente pronunciada: hache, hareng, honte, etc. Mientras la aspiración subsistió, esas palabras se plegaron a las leyes relativas a las consonantes iniciales, y se decía deu haches, le hareng, mientras que, según la ley de las palabras que comienzan por vocal, se decía deu-z-hommes, l'homme. En aquella época, la regla «delante de h aspirada no se hacen ni el enlace (fr. liaison) ni la elisión» era correcta. Pero en la actualidad esa fórmula carece de sentido: la h aspirada ya no existe, a menos que se llame así a esa cosa que no es un sonido, pero ante la cual no se hace ni enlace ni elisión. Es, pues, un círculo vicioso, y la h no es más que un ente ficticio, surgido de la escritura. "



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