Mario el epicúreo (fragmento)Walter Pater
Mario el epicúreo (fragmento)

"Flavio ya no estaba. El pequeño cofre de mármol con su polvo y lágrimas yacía frío entre las flores marchitas. A casi todas las personas el espectáculo real de la muerte nos lleva a una realidad mayor, al menos en la imaginación, con independencia de la confianza que podamos tener en la supervivencia del alma en otra vida. Para Mario, tremendamente agitado por aquel acontecimiento, el final terrenal de Flavio significó nada menos que una revelación última de la extinción del alma. Flavio había desaparecido de una manera tan absoluta como el fuego se había ido de aquellas cenizas, todavía amadas. Le parecía totalmente insostenible incluso esa melancólica suspensión del juicio que expresó el moribundo Adriano con respecto a las nuevas fases del ser que todavía eran posibles para el alma en algún oscuro viaje, y con ello desapareció todo lo que quedaba de la religión de su infancia. La contemplación que fluía de su propia naturaleza parecía señalar entonces hacia esa extinción futura. Pero, por otra parte, sintió una curiosidad nueva sobre lo que las diversas escuelas de la filosofía antigua habían dicho con respecto a esa criatura extraña y aleteante: curiosidad que le impulsó a determinados y graves estudios en los que su anterior conciencia religiosa todavía parecía sobrevivir como un principio de escrupulosidad hierática o integridad de pensamiento, prestándole ese nuevo servicio a la iluminación intelectual. "


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