Brian

Havergal Brian


 Gran Bretaña | 1876-1972





1967 Festival Fanfare


1927 Sinfonía nº 1 "Gótica" 1ª Mov.
1931 Sinfonía nº 2 3º Mov.



Otras Obras:
Concert Overture: For Valour (1906)
Fantastic Variations on an Old Rhyme (1907)
Festal Dance (1908)
Tone Poem: In Memoriam (1910)
Comedy Overture: Doctor Merryheart (1912)
Sinfonía No. 11 (1954)
Sinfonía No. 15 (1960)
Sinfonía No. 17 (1961)
Sinfonía No. 20 en Do sostenido m (1962)
Sinfonía No. 25 en La m (1966)
Sinfonía No. 32 (1968)



Biografía:
    Compositor, organista y periodista británico. De formación autodidacta, desarrolló, de manera paralela a la composición, la crítica musical, no tardando en destacarse como una de las plumas más ágiles de ‘The Musical World’, para cuyas prensas trabajaría durante cuarenta y cinco años, hasta 1949. Asimismo, fue organista de talento, y es bien significativa la influencia de este instrumento en su producción musical: una obra que se aferra a la en su tiempo prontamente trasnochada estética neorromántica, pero que también mira al gran Bach, aunque su orquestación robusta y a menudo mortecina, remita por más de un concepto a Bruckner. Instalado pues en la tonalidad, su estilo apenas evolucionará a lo largo de su dilatada existencia, de no apuntar hacia una depuración formal bien evidente en sus últimas páginas, suerte de síntesis con respecto a sus expansivas obras iniciales. Así y todo, el corazón de la obra de Brian, uno de los sinfonistas más prolíficos del siglo XX, se halla en su desigual ciclo de 32 sinfonías, escritas a lo largo de más de diez lustros con no pocos altibajos. De este ciclo, la más notable entrega, y acaso la más relevante de la escuela británica después de los empeños mayores de Vaughan Williams y Walton, es la Sinfonía No. 1 ‘Gótica’, escrita entre 1919 y 1927, y que pasa por ser la sinfonía más extensa de la Historia de la Música, tanto en dimensiones -se aproxima a las dos horas de duración- como en efectivos orquestales -junto a una orquesta gigante que requiere de más de 150 instrumentistas, hay que sumar la presencia de cuatro bandas de música, un cuarteto de voces solistas y cuatro coros infantiles de voces mixtas-, superando así en proporciones a la Octava Sinfonía de Gustav Mahler, sin que por lo demás resista la comparación con el fabuloso triunfo mahleriano. Al lado de este inmenso edificio, las restantes sinfonías de Brian -desconocidas en su mayoría para el público no vernáculo- palidecen, oscilando entre la mediocridad del técnico diletante y las brillantes ideas del autodidacta apasionado, sin que por ello resulten desdeñables, pese a su pomposa y recargada escritura, lo trivial de sus motivos y sus recurrentes rellenos, así como un llamativo énfasis en el empleo de la percusión; de ellas, deberían destacarse al menos las Nos. 2, 3, 4, 6, 7, 8, 9, 11, 15, 17, 18, 20, 25, 31 y 32, acaso por haber gozado de una distribución discográfica normalizada. Frente a estas sinfonías, marginales en el devenir de la forma, destacan dos obras de menor ambición pero mayor sustancia musical, como son las oberturas ‘For Valour’ (1906) y ‘Doctor Merryheart’ (1912), agradables ilustraciones fieles al estilo melódico-descriptivo inglés. Los restantes opúsculos de Brian (conciertos, óperas, obras corales, canciones, etc.), por el contrario, apenas han superado la escala de lo anecdótico; sólo son meros satélites en la obra de un compositor que se consideraba sinfonista ante todo.  © José Antonio Bielsa



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