1920 | 46 años Marca del Zorro, La Mark of Zorro, The (música de 1970) D: Fred Niblo M: William P. Perry |
1924 | 50 años Lirio entre espinas Red Lily, The (música de 2005) D: Fred Niblo M: Scott Salinas |
1926 | 52 años Ben-Hur Ben-Hur (música de 1987) D: Fred Niblo M: -Carl Davis- |
1926 | 52 años Tierra de Todos, La Temptress, The (música de 2005) D: Fred Niblo M: Michael Picton |
1928 | 54 años Dama misteriosa, La Mysterious Lady, The (música de 2002) D: Fred Niblo M: Vivek Maddala |
1930 | 56 años Más allá del oeste Way Out West D: Fred Niblo M: Joseph Meyer |
1930 | 56 años Redemption Redemption D: Fred Niblo M: William Axt |
1931 | 57 años Jugándose la vida Big Gamble, The D: Fred Niblo M: Arthur Lange |
Otros Films: 1922 SANGRE Y ARENA 1927 EL ENEMIGO 1928 SUEÑO DE AMOR Biografía: Director de cine norteamericano, nacido Nueva en York (Nebraska). Fue uno de los más notables pioneros que contribuyeron a edificar la mitología de Hollywood durante el periodo mudo. Los momentos de mayor esplendor en su carrera profesional resultaron también pasos decisivos para la creación de una Meca del Cine poblada por estrellas del calibre de Rodolfo Valentino, Douglas Fairbanks o Greta Garbo. De humildes orígenes italianos -su verdadero nombre fue Federico Nobile-, se inició en el mundo del espectáculo como intérprete de vodevil y humorista escénico. Hacia 1907 se embarcó en una gira teatral que acabó llevándole a diversos países del mundo, hasta que cinco años más tarde decidió echar raíces en Australia. Allí tuvo ocasión de iniciarse en el mundo del cine aunque por una singular puerta de entrada: el rodaje de secuencias sueltas como complemento visual para la representación de obras teatrales que por motivos económicos no podían llevar al escenario determinados efectos. Tras su regreso a Estados Unidos en 1915, fue contratado por la productora de Thomas H. Ince, que daba oportunidades a veteranos actores sin apenas experiencia cinematográfica, aunque el trágico fallecimiento de su esposa truncó momentáneamente esta incipiente trayectoria cuando apenas había debutado en la dirección con Get-Rich-Quick Wallingford (1915). El apoyo afectivo de la actriz Enid Bennett, con la que acabaría casándose en segundas nupcias, fue determinante para superar dicha crisis: en 1918 regresó al cine de manera arrolladora para filmar varios títulos, como The Marriage Ring o A Desert Wooing, e impulsar de manera decidida la creación de la Academy of Motion Pictures Arts and Sciences que todavía actualmente se encarga de otorgar los premios Oscar. Si Enid Bennett se convirtió en su principal musa y protagonista de innumerables películas de éxito como Lirio entre espinas (1924), Fred Niblo comenzó pronto a destacar por su capacidad para descubrir nuevas promesas del celuloide y lanzarlas al estrellato. Su primer triunfo en ese terreno lo obtuvo con el atlético Douglas Fairbanks, al que dirigió en La marca del zorro (1920) y D’Artagnan (1921), películas donde también exhibiría su especial habilidad para afrontar el género de aventuras como una mezcla entre superproducción épica y melodrama intimista. Dicho éxito hizo igualmente posible que la Metro Goldwyn Mayer empezara a poner en sus manos a intérpretes que ya contaban con prestigio a sus espaldas, como Greta Garbo (a la que dirigió en La tierra de todos, 1926, y La dama misteriosa, 1928) o Rodolfo Valentino, protagonista de la adaptación cinematográfica de la novela de Vicente Blasco Ibáñez Sangre y arena (1922) o de Margarita Gautier (1921), sofisticada muestra escenográfica del estilo art-decó cuyo diseño correría a cargo de la esposa del actor, Natacha Rambova. Con todo, un largometraje sobre cualquiera de los demás marcaría para siempre la carrera de Fred Niblo: Ben-Hur. La mayor superproducción de la época iba a ser dirigida en realidad por Charles Brabin, pero la Metro Goldwyn Mayer decidió sustituirle por Niblo, quien a su vez se trajo consigo al actor mexicano Ramón Novarro, un prometedor galán que de la noche a la mañana se convirtió en el principal aspirante al trono estelar de Rodolfo Valentino. La gran batalla naval, para la que se construyó una enorme piscina en el interior de los estudios de la MGM, así como la espectacular carrera de cuádrigas, que más tarde inspiraría de forme evidente a William Wyler en la segunda versión de Ben-Hur (1959) y a George Lucas en La guerra de las galaxias: La amenaza fantasma (1999), fueron las dos secuencias que más impacto provocaron entre los espectadores, junto a otros fragmentos rodados en sistema bicromático Technicolor. Cuarenta y dos directores de fotografía, un ejército no inferior de montadores y miles de marionetas construidas para lograr el efecto de la masa rugiente de espectadores en el Coliseo Romano contribuyeron a disparar el presupuesto a más de tres millones de dólares, lo que repercutió en la obtención de beneficios pese al indudable éxito del film, el más taquillero de la MGM durante el período mudo. La aparición del cine sonoro eclipsó la buena estrella de Niblo: el fracaso absoluto de Redención (1930) hizo que la MGM rescindiera su contrato. Su estilo visual efectista, que buscaba ante todo la espectacularidad de las imágenes, exigía que los productores corrieran una serie de riesgos económicos poco habituales en esa fase de transición, por lo que su trayectoria como director inició un notorio declive. Pese a la fe mostrada en las bondades del sonoro, este acontecimiento le retiraría del cine apenas siete años más tarde de Ben-Hur. Su traslado a Inglaterra contribuyó también a ese progresivo olvido, del que intentó salir sin demasiada fortuna retomando un tanto tardíamente su faceta de actor. Acabó sus días trabajando como locutor de radio y presentador de galas de homenaje. © L. Fernández Colorado |