Heisler

Stuart Heisler


 EEUU | 1896-1979






















1946 | 50 años
Cielo Azul  
Blue Skies
D: Stuart Heisler
M: Irving Berlin




















1947 | 51 años
Una Mujer Destruida  
Smash-Up The Story of a Woman
D: Stuart Heisler
M: Frank Skinner




















1949 | 53 años
Tulsa  
Tulsa
D: Stuart Heisler
M: Frank Skinner




















1951 | 55 años
Una llama en el espacio  
Chain Lightning
D: Stuart Heisler
M: David Buttolph




















1951 | 55 años
Viaje hacia la luz  
Journey Into Light
D: Stuart Heisler
M: Emil Newman




















1952 | 56 años
Estrella, La  
Star, The
D: Stuart Heisler
M: Victor Young




















1954 | 58 años
Misión Temeraria  
Beachhead
D: Stuart Heisler
M: Emil Newman & Arthur Lange




















1956 | 60 años
Colinas Ardientes  
Burning Hills, The
D: Stuart Heisler
M: David Buttolph




Otros Films:

1936 STRAIGHT FROM THE SHOULDER
1940 THE BISCUIT EATER
1941 AMONG THE LIVING
1941 THE MONSTER AND THE GIRL
1942 THE REMARKABLE ANDREW
1942 LA LLAVE DE CRISTAL
1944 THE NEGRO SOLDIER
1945 EL CABALLERO DEL OESTE
1949 SECUESTRO
1950 DALLAS, CIUDAD FRONTERIZA
1951 STORM WARNING
1952 LA ISLA DEL DESEO
1954 THIS IS MY LOVE
1955 HE MUERTO MILES DE VECES
1956 EL GUARDIAN ENMASCARADO
1962 HITLER



Biografía:
    Director de cine estadounidense nacido en Los Ángeles (California). Después de desempeñar los más variados oficios, lo contratan en 1913 en Hollywood como chico para todo y encargado de accesorios, después. El omnipresente Mack Sennett se fija en él y le confía el puesto de ayudante personal, años más tarde, lo sería también de personalidades como la “novia de América”, Mary Pickford, y el productor Samuel Goldwyn. Tras una corta temporada en la Fox, en 1924 decide especializarse en montaje y trabaja durante algunos años en diversas producciones, entre ellas, Sueño de amor eterno (1935), de Henry Hathaway. Colabora con John Ford dirigiendo la segunda unidad de Huracán sobre la isla (1937). Pero su verdadera carrera como director comienza a partir de 1940, si bien nunca conseguirá, quizá nunca la deseó, contar con la confianza de los grandes Estudios, por lo que su itinerario realizador casi siempre llevará la etiqueta de la serie B. Stuart Heisler fue, sin embargo, considerado un eficiente profesional. Era llamado a menudo para dirigir vehículos de lucimiento de estrellas; desde Humphrey Bogart (Secuestro, 1949; Una llamada en el espacio, 1950) hasta Fred Astaire y Bing Crosby (Cielo Azul, 1946) o Gary Cooper y Loreta Young (El Caballero del oeste, 1945). Gustó siempre de frecuentar todos los géneros posibles, en cintas en las que se apreciaban una interesante mezcla de candor y dureza. Así, consiguió buenos momentos en un thriller menor, Among the Living (1941). Dirigió con seriedad una comedia fantástica escrita por Dalton Trumbo, The Remarkable Andrew (1942); dominó con firmeza los humos de Susan Hayward, vengativa perseguidora de los asesinos de su padre, en un entretenido western, Tulsa, ciudad de lucha, y arrancó la mejor interpretación de su vida a Ronald Reagan en un buen film de la serie negra, Storm Warning, coescrita por el luego director Richard Brooks. Precisamente para la serie negra, Heisler ofreció un título clave: la segunda versión de la excelente novela de Dashiell Hammett, La llave de cristal, con la pareja estelar Alan Ladd y Verónica Lake. Siempre mostró especial predilección por mujeres problemáticas. Susan Hayward y Bette Davis consiguieron ser nominadas al Oscar por sus interpretaciones en dos interesantes melodramas, Una mujer destruida y La Estrella, respectivamente. En los últimos años de su carrera dirigió un insulso remake de El último refugio (1941), de Raoul Walsh, He muerto miles de veces (1955), una pobre versión de la serie televisiva El guardián enmascarado (1956) y una biografía del caudillo del tercer Reich, Hitler (1962). Sin embargo, en 1956, realiza también un excelente western, Colinas ardientes, en el que la utilización de los paisajes y del cinemascope, el encanto de Natalie Wood y la convicción del propio director permitieron a Heisler poder escapar de las convenciones del género y testimoniar en varios momentos magníficos su marcada personalidad.  © Juan Carlos Paredes



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