Morales

Paco Morales


 España | 1949-2023




2000 | 51 años
El lector de La Odisea
Bronce.
Passeig de l’Arenal, 22 L’Ampolla (Tarragona)




2000 | 51 años
Adrià VI
Bronce.
Passeig de l'Arenal, 2 L'Ampolla (Tarragona)




Biografía:
    Artista español nacido en Deltebre, Tarragona. Autor de una numerosa y diversa obra, nunca se limitó a una sola disciplina, pues sus creaciones fueron desde la escultura y la pintura, en las que sobresalió, hasta la fotografía, el diseño tipográfico, el cómic, la performance o los títeres. Una pieza suya, El lector de la Odisea, situada en el centro del Paseo del Arenal de L’Ampolla, se ha convertido en un icono del Delta y de la silueta urbana del litoral deltaico. De hecho, es la L’Ampolla la población que acoge más obras de su autoría, como la escultura del Papa Adrià VI, también situada en el Paseo del Arenal o la escultura del tío Nel•lo, el Torero, llevando la luz en el Delta. Deltebre, su pueblo natal, sólo acoge una obra del artista, El maltratado, un campesino de bronce en el Parc del Trinquet que el artista dio al municipio. Mucha de su producción debe buscarse en colecciones privadas nacionales e internacionales, debido a las numerosas ventas que realizó, sobre todo, durante la época que vivió en Barcelona a caballo de los años 60 y 70. También es autor del libro Casi cien años de soledad, una obra en la que escribe la biografía de algunos de los personajes más significativos que han configurado el paisaje humano del Delta y el carácter de sus pobladores. Aparte de la faceta artística, también será recordado por haber estado detrás de locales históricos de Deltebre como el Trinquete, La Habana y el Universal, puntos de encuentro y de reunión en los que aquellas personas con sensibilidades artísticas podían disfrutar del arte que representaban los propios locales, repletos de cuadros, esculturas, mesas y sillas hechos por el propio Morales, de una sensacional selección musical y de un espacio incitador en la conversación y el pensamiento. Considerado el artista más importante de Deltebre, su pérdida dejó un vacío difícil de llenar con parches artificiales o hechos a medida. En él, la autenticidad, un valor que no se adquiere, se tiene, era palpable en todo lo que hacía y difícilmente se podía separar al artista de la obra. Y la obra quedará para siempre.  © Ebre Digital



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