2012 | 63 años Melancolía Bronce. Ginebra |
2014 | 65 años El hijo pródigo Bronce. |
Biografía: Escultor rumano nacido en Lueta. El recorrido del escultor está marcado por una doble aventura humana y artística, que siempre ha estado organizada, de alguna manera, como una tensión entre aspiraciones contrarias, Rumanía y Suiza. En Rumania, nació en Transilvania, perteneciente a la minoría húngara que sufre discriminación, lo que no le impide seguir enseñanzas artísticas oficiales, ganar numerosas distinciones y realizar exposiciones nacionales e internacionales. Al finalizar sus estudios en Bucarest, pudo regresar para instalarse en Satu-Mare. Allí creó su propia fundición, para obtener bronce de la mejor calidad. Pero, a pesar de sus viajes al extranjero para sus exposiciones, a Varsovia, Berlín, la ex--Yugoslavia, Chile, vive aislado y triste. Muere su primera esposa y ya no tiene ningún vínculo con Rumanía. Aprovechó una exposición en Ginebra para instalarse en Suiza. Este es el segundo lado de su vida. Es un nuevo comienzo, difícil pero deslumbrante. Conoce su trabajo por dentro y por fuera. Practica el bronce mejor que nadie. Desarrolló una aleación personal de cobre y estaño que permite obtener un bronce a la vez flexible y resistente, creando sorprendentes matices de pátina cuando se oxida y un color deslumbrante cuando es educado. Su estilo evoluciona de manera sensible, porque su visión se amplifica, se asienta, se libera de limitaciones. En Rumanía pudo aparecer como un artista audaz, pero sus obras reflejaban el peso de la vida, del pasado y también influencias diversas, las más fructíferas como las de Brancusi y Moore, y luego las pesadas del entorno. En Suiza, tras un tiempo de adaptación, su arte se orientó decididamente hacia el futuro. Desde la figuración estilizada y la orfebrería, su lenguaje escultórico avanza hacia lo monumental, hacia la arquitectura. La obra de Albert György ilustra claramente la tensión entre carácter y emoción. Nada se adquiere, nada surge automáticamente, la creación es una lucha, tanto material como espiritual. Si hoy sus obras reflejan un nuevo impulso, siguen marcadas por un temperamento patético, por una sensibilidad ardiente. Esto sin duda está más atento, hoy, a las energías vivas de nuestro tiempo, captadas y reflejadas con agudeza. Pero el material ofrece un noble testimonio de la unidad del enfoque de György, fiel al bronce. En su complejidad y diversidad, el arte visionario de Albert György da testimonio de una dialéctica personal entre sufrimiento y felicidad. Nada decorativo ni locuaz en este juego de tensiones creativas que conducen a una aleación viva, imbuida de la más pura necesidad. © P. Hugli Web Recomendada: www.albert-gyorgy.ch |