Gutiérrez

Sérvulo Gutiérrez


 Perú | 1914-1960




1943 | 29 años
Los Andes
Óleo sobre lienzo.
Colección particular
105.8 x 79 cm.



1946 | 32 años
El esclavo
Óleo sobre lienzo.
Colección particular




1952 | 38 años
Don Juan
Óleo sobre lienzo.
Colección particular
70 x 58 cm.



1960 | 46 años
Cristo
Óleo sobre lienzo.
Colección particular




Biografía:
    Pintor peruano nacido en Ica, una de las figuras prominentes de las artes peruanas. Con 11 años viaja a Lima para ponerse al servicio de su hermano en el taller de restauración de pintura y escultura. Es ahí donde aprende dibujo, escultura y cerámica, sin duda un aprendizaje útil para su futuro artístico, donde también se le educa el ojo para los detalles y los colores. El artista que estaba dentro de él creó su propio currículo y nunca atendió una academia formal. Sérvulo es considerado como uno de los renovadores de la pintura peruana, debido a su relación con el expresionismo cuando en el Perú se asistía a la agonía del indigenismo. Su hermano, Alberto, también lo introduce en el mundo del boxeo y el chico tiene talento y con este talento viaja a Argentina para participar en un campeonato en 1935. Llega a Buenos Aires como parte de la delegación peruana al sudamericano en boxeo. Una vez ahí visita museos y las galerías de arte y su rumbo va cambiando un poco de nuevo toma pasos hacia el mundo del arte. Se casa y tiene una hija, aunque se separará al poco tiempo. En 1938, el mismo año de la ruptura de su matrimonio decide viajar a Nueva York, pero no encuentra los medios y termina yendo a Paris. La ciudad de la luz, es un hervidero de vanguardistas y una vida bohemia que le seducirá. Allí pudo descubrir las nuevas corrientes y también contemplar a los maestros impresionistas y simbolistas. Para ganarse la vida realizaba huacos precolombinos y los vendía como reales. Pero era la pintura que le llamaba para sus creaciones. En 1939, vuelve al continente americano y se establece en Buenos Aires. Allí sigue dibujando y pausando y se reencuentra con las fuentes del modernismo latinoamericano. A fines de 1940 vuelve a Lima y ya se establece en la ciudad. Desde este momento se puede considerar un primer periodo creativo en su obra, la época monumentalista. Este periodo el artista realiza un ejercicio sobre lo que a él le gustaba, se inspira en los maestros vanguardistas europeos, sus obras van creciendo y cada vez más va añadiendo color y perspectivas diferentes. Su arte es figurativo siguiendo los temas tradicionales; en retrato, paisaje, bodegones. En 1943 expone sus primeras obras y recibe buena crítica en la prensa. Entre 1946-1954 es su época expresionista muy intensa, las formas empiezan a no importar tanto. Rompe la estructura para crear su imagen y no trata de plasmar lo estrictamente real. Las figuras se desdibujan en sus cuadros y bastan algunos rasgos esenciales para dibujar las formas. Sus cuadros tienen una impronta de colores rojos, negros, verdes y azules intensos. En esta misma época su vida bohemia se intensifica. Pasa mucho tiempo en bares y cafés alrededor de la Plaza San Martín, donde se aglutinaban una bohemia artística, intelectuales, periodistas y políticos. Bebía mucho y la vida nocturna intensa cobra factura. El paisaje en Ica representa uno de los oasis o lagunas que interrumpen ocasionalmente el arenal de la costa. Tanto la exaltación del color como el ritmo agitado de las texturas contribuyen a desmaterializar las formas naturales para crear una suerte de alucinante paisaje mental. En los últimos años de su creación la paleta de color se oscurece mucho. Las obras se llenan de sentimiento, intensidad, soledad y dolor. Retrata a Santa Rosa de Lima y el Señor de Lurin en muchas obras, su época llamada “mística”. También fueron años de inserción en el mercado local del arte por parte de los galeristas y coleccionistas. En estos años viaja de nuevo a Ica, pasa tiempo en hoteles, bebe y pinta. Sebastián Salazar Bondy le amonestaba por sus posibles excesos al ver sus cuadros llenos de energía, realizados con rapidez. Dicen que no utilizaba caballete, sino que tiraba el lienzo al suelo, y el acto de creación era rápido, casi como un ataque al lienzo. Hacia fines de la década de 1950, su salud iba deteriorándose. En sus últimos años vivió en el Hotel Richmond en el jirón de la Unión. Un hotelucho que se encontraba en el cuarto piso del edificio Barragán en la esquina de la avenida Emancipación. Sérvulo Gutiérrez falleció el 21 de julio de 1961, para entonces ya había ganado un lugar inmortal en la prensa de la época.  © Johanna Rosbäck



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