Murillo

Bartolomé Esteban Murillo


 España | 1617-1682




1645 | 28 años
Joven mendigo
Óleo sobre lienzo.
Museo del Louvre. París
134 x 100 cm.



1650 | 33 años
Sagrada Familia del pajarito
Óleo sobre lienzo.
Museo del Prado. Madrid
144 x 188 cm.



1650 | 33 años
Niños comiendo melón y uvas
Óleo sobre lienzo.
Alte Pinakothek. Munich
145.9 x 103.6 cm.



1655 | 38 años
San Leandro
Óleo sobre lienzo.
Catedral de Sevilla
188 x 160 cm.



1667 | 50 años
Abraham y los tres ángeles
Óleo sobre lienzo.
National Gallery of Canada. Ottawa
236 × 261 cm.



1670 | 53 años
Los niños de la concha
Óleo sobre lienzo.
Museo del Prado. Madrid
104 × 124 cm.



1670 | 53 años
El regreso del hijo pródigo
Óleo sobre lienzo.
National Gallery. Londres
236 x 262 cm.



1670 | 53 años
Vendedores de fruta
Óleo sobre lienzo.
Alte Pinakothek. Munich
145.5 x 113 cm.



1670 | 53 años
Dos mujeres en la ventana
Óleo sobre lienzo.
National Gallery of Art. Washington
106 x 127 cm.



1672 | 55 años
Las bodas de Caná
Óleo sobre lienzo.
Barber Institute of Fine Arts. Birmingham




1677 | 60 años
Cristo crucificado
Óleo sobre lienzo.
Museo del Prado. Madrid
71 x 54 cm.



1682 | 65 años
El Martirio de San Andrés
Óleo sobre lienzo.
Museo del Prado. Madrid
123 x 162 cm.



Biografía:
    Pintor español nacido en Sevilla, cultivador de una temática preferentemente religiosa. En las colecciones privadas de Sevilla tuvo la oportunidad de conocer la obra de los maestros barrocos italianos y flamencos, junto a la de sus precursores españoles, pinturas que le influirían poderosamente. A partir de sus primeras obras, representaciones de la Virgen o la Sagrada Familia, de espíritu algo distante, evoluciona hacia un tratamiento de los temas en un tono más humano y sencillo, dentro de interiores cotidianos, en los que introduce pormenores y escenas de la vida diaria. Sus personajes se caracterizan por esa dulzura y sentimentalidad propios de su estilo, huyendo de los arrebatos trágicos que tanto atrajeron a otros artistas del barroco. Entre 1645-1646 realizó 11 escenas de vidas de santos que le dieron la fama. En 1660 Murillo fundó y fue presidente de la Academia de Dibujo de Sevilla. Como pintor de escenas de género, destacó en la interpretación de personajes infantiles marginados de manera bastante emotiva, como por ejemplo en el Niño pordiosero (1645, Museo del Louvre, París). La Virgen y el Niño con Santa Rosalía de Palermo (1670, Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid) es una obra en la que se pone de manifiesto la armonía de la composición y la precisión del dibujo de las pinturas de Murillo. De 1671 a 1674 realizó las pinturas de la Iglesia de la Caridad de Sevilla, hoy dispersas por varios museos de San Petersburgo, Madrid (el Museo del Prado conserva numerosas obras suyas) y Londres. Murillo es el que mejor define el tema de la Inmaculada Concepción, del que nos ofrece numerosas versiones, destacando la gracia juvenil, el rostro amoroso de la Virgen y el vuelo de los ángeles que la rodean. Sus representaciones de santos, auténticos retratos de tipos españoles de la época, corresponden al realismo imperante en el arte religioso del siglo XVII. En el siglo XIX las obras de Murillo alcanzaron gran popularidad influyendo en algunos artistas de este periodo.  © M.E.



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