1645 | 28 años Joven mendigo Óleo sobre lienzo. Museo del Louvre. París 134 x 100 cm. |
1650 | 33 años Sagrada Familia del pajarito Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 144 x 188 cm. |
1650 | 33 años Niños comiendo melón y uvas Óleo sobre lienzo. Alte Pinakothek. Munich 145.9 x 103.6 cm. |
1655 | 38 años San Leandro Óleo sobre lienzo. Catedral de Sevilla 188 x 160 cm. |
1667 | 50 años Abraham y los tres ángeles Óleo sobre lienzo. National Gallery of Canada. Ottawa 236 × 261 cm. |
1670 | 53 años Los niños de la concha Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 104 × 124 cm. |
1670 | 53 años El regreso del hijo pródigo Óleo sobre lienzo. National Gallery. Londres 236 x 262 cm. |
1670 | 53 años Vendedores de fruta Óleo sobre lienzo. Alte Pinakothek. Munich 145.5 x 113 cm. |
1670 | 53 años Dos mujeres en la ventana Óleo sobre lienzo. National Gallery of Art. Washington 106 x 127 cm. |
1672 | 55 años Las bodas de Caná Óleo sobre lienzo. Barber Institute of Fine Arts. Birmingham |
1677 | 60 años Cristo crucificado Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 71 x 54 cm. |
1682 | 65 años El Martirio de San Andrés Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 123 x 162 cm. |
Biografía: Pintor español nacido en Sevilla, cultivador de una temática preferentemente religiosa. En las colecciones privadas de Sevilla tuvo la oportunidad de conocer la obra de los maestros barrocos italianos y flamencos, junto a la de sus precursores españoles, pinturas que le influirían poderosamente. A partir de sus primeras obras, representaciones de la Virgen o la Sagrada Familia, de espíritu algo distante, evoluciona hacia un tratamiento de los temas en un tono más humano y sencillo, dentro de interiores cotidianos, en los que introduce pormenores y escenas de la vida diaria. Sus personajes se caracterizan por esa dulzura y sentimentalidad propios de su estilo, huyendo de los arrebatos trágicos que tanto atrajeron a otros artistas del barroco. Entre 1645-1646 realizó 11 escenas de vidas de santos que le dieron la fama. En 1660 Murillo fundó y fue presidente de la Academia de Dibujo de Sevilla. Como pintor de escenas de género, destacó en la interpretación de personajes infantiles marginados de manera bastante emotiva, como por ejemplo en el Niño pordiosero (1645, Museo del Louvre, París). La Virgen y el Niño con Santa Rosalía de Palermo (1670, Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid) es una obra en la que se pone de manifiesto la armonía de la composición y la precisión del dibujo de las pinturas de Murillo. De 1671 a 1674 realizó las pinturas de la Iglesia de la Caridad de Sevilla, hoy dispersas por varios museos de San Petersburgo, Madrid (el Museo del Prado conserva numerosas obras suyas) y Londres. Murillo es el que mejor define el tema de la Inmaculada Concepción, del que nos ofrece numerosas versiones, destacando la gracia juvenil, el rostro amoroso de la Virgen y el vuelo de los ángeles que la rodean. Sus representaciones de santos, auténticos retratos de tipos españoles de la época, corresponden al realismo imperante en el arte religioso del siglo XVII. En el siglo XIX las obras de Murillo alcanzaron gran popularidad influyendo en algunos artistas de este periodo. © M.E. |