Política y profecía (fragmento)Fernando Pessoa
Política y profecía (fragmento)

"La República Vieja en nada alteró las tradiciones deshonrosas de la Monarquía. Cambió apenas la manera de cometer errores; los errores continuaron siendo los mismos. En vez de un régimen católico, un régimen anticatólico, o sea, un régimen que reglamentaba como enemigos a los católicos. En vez de una República portuguesa, de un régimen nacional, una república francesa en Portugal. Y así como la
Monarquía Constitucional había sido un sistema inglés (o anglo-francés) sobrepuesto a la realidad de la Patria Portuguesa, la República Vieja fue un sistema francés sobrepuesto a la misma realidad patria. En lo que respecta a los errores de la administración -la incompetencia, la inmoralidad, el caciquismo- nos quedamos en lo mismo, cambiando apenas los hombres que hacían estupideces, que practicaban robos y que escamoteaban “elecciones”. De suerte que la República Vieja era la Monarquía sin Rey. Por ello es justo decir que el 8 de diciembre ha representado la caída de la Segunda Monarquía.
¿Cómo podía haber dejado de ser así? Los hombres del Partido republicano tenían la misma herencia nacional, habían vivido en el mismo medio que los de la Monarquía; ¿por qué milagro deberían tener una mentalidad diferente? Si Portugal tuviese regiones diferentes, nítidamente diferentes, si la Revolución del 5 de octubre hubiese colocado en el poder a hombres de una región diferente de aquella región de donde suelen provenir los hombres de la Monarquía, entonces habría hombres diferentes en el poder. Pero eran los mismos políticos profesionales, los mismos abogados de la misma Coimbra, los mismos copistas de Francia -¿cómo podían tener una mentalidad diferente? Individualidades diferentes serían, pero como en la República Vieja no apareció ninguna individualidad dominante, no hubo diferencia por ese lado. Dicha emergencia de individualidades -infructífera en general, salvo si consigue señalar, como Napoleón, una tradición- sólo puede darse con una convulsión violenta y sangrienta, como fue la Revolución Francesa: el 5 de octubre fue demasiado suave para (...)
Habíamos determinado que el rol histórico de la actual situación era aquel de orientar, equilibrar -y no el de construir. No debe, ni puede, construir.
Debemos, pues, encontrar una fórmula política definida (y no definitiva) para el período de transición que atravesamos.
Construir es crear de nuevo; es, por lo tanto, establecer una nueva tradición. En cuanto una nueva tradición no aparece tenemos que orientarnos por la tradición nacional. Orientándonos por la tradición nacional, tenemos que hacer que se adecúe a las circunstancias. Debemos ser la medición entre las circunstancias actuales y esa tradición.
¿Cuál es la tradición política portuguesa? La tradición verdadera, entiéndase bien, verdadera y general, representativa de la mentalidad portuguesa.
La obra destructora de la República Vieja no puede ser renegada, excepto en lo que, por la exageración de su circunstancia (...)
La tradición política portuguesa se encuentra ligada al sistema diversamente titulado monarquía representativa o monarquía absoluta. El movimiento constitucional que comenzó en 1820 y acabó en 1851, no fue un movimiento con una especie de alma popular cualquiera. El pueblo no tenía ni de la monarquía absoluta, ni de sus reyes, ni de sus gobernantes, aquella razón de queja que son las revoluciones.
Ninguna tiranía feudal, como de la que emergió esencialmente la Revolución Francesa, nos oprimía; ningún abuso personal como los de Carlos I, que provocaron la Revolución Inglesa, nos había vejado; ninguna oligarquía corrupta como contra quien fue hecha después el 5 de octubre, nos enfangaba. "



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