Muerte de Ahasverus (fragmento)Par Lagerkvist
Muerte de Ahasverus (fragmento)

"Reinaba un tal silencio que yo tenía la impresión de que el mundo entero estaba muerto. Además, de dónde habría llegado el menor de los ruidos, nada podía turbar la calma en ese mundo completamente abandonado.
Sin embargo, algo se hizo oír… creo que hacia la medianoche… como la aproximación de un caballo en la calle de la aldea, era seguramente un caballo por el ruido… y debía estar manco.
No se apoyaba bien sobre una de sus patas, eso se percibía claramente, cada vez más claramente a medida que se aproximaba. Al extremo de la calle tomó el sendero que llevaba a la casa de la muerta, olfateó el muro, el tejado, le dio una vuelta a la casa, finalmente resopló ante la puerta, un largo rato. Tuve la impresión de que acostumbraba hacer así, de que acostumbraba proceder de ese modo. Tal vez sabía que allí quedaba aún un ser humano, uno de esos seres que habían vivido antes en la aldea. Un momento después se marchó, el ruido de su paso irregular fue alejándose cada vez más.
Por fin apareció el alba y sentí como un alivio. Cuando aclaró del todo, el perro descendió de la cama y volvió a refregarse contra mis piernas, gimiendo. Después volvió a saltar al lecho y se acostó junto a la muerta lanzando unos breves aullidos lastimeros. Hizo lo mismo muchas veces, mientras yo continuaba mirando esa mujer a la que había unido mi destino y me preguntaba lo que debería hacer.
¿O era ella quien me había unido a su destino? No podía decirlo.
Comprendí que era indispensable pensar en enterrarla. La levanté… era tan liviana que parecía casi irreal… y la saqué afuera en esa maravillosa mañana, una mañana que era verdaderamente bella con los primeros rayos del sol iluminando las hierbas y los árboles. No lejos de la casa había una lomita, bien asentada bajo el sol, y allí la llevé. Y después de encontrar una pala en el pequeño establo que había cerca de la casa, la enterré. Durante ese tiempo advertí que los pájaros cantaban animadamente. Era raro, porque la víspera no había escuchado ningún canto de pájaro en ese paisaje desolado. ¿No los había habido, o simplemente no me había dado cuenta? Tal vez cantaban sintiéndose dichosos por la llegada de la mañana. Ellos tienen su propia dicha. ¿Por qué no habrían de cantar?
Cuando hube tapado la fosa permanecí un momento con la cabeza baja, y no recibió ninguna otra muestra de devoción. No recité ninguna plegaria ni nada parecido, porque eso no está en mí. Y después abandoné esos lugares, seguido de cerca por el perro. Se encariñó conmigo y me siguió, y continúa siguiéndome.
Y ahora hemos llegado aquí para unirnos a los peregrinos. Pero no soy uno de ellos.
Dejó de hablar. Y quedó luego sumido en sus pensamientos. "



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