El vendedor de pájaros (fragmento)Hernán Rivera Letelier
El vendedor de pájaros (fragmento)

"A Esther le abochornaba y le daba pena pasar frente a las fondas, sobre todo a la llamada El Jote con Leva. Se acordaba de su padre. Tanto se había caído al licor el pobre en sus últimos tiempos, que sus compañeros de trabajo lo apodaron el Lázaro. Cada fin de semana se encerraba en la fonda a beber y el lunes poco menos había que resucitarlo para que subiera a trabajar a las calicheras. Hasta que un lunes de agosto, dormido en el piso de la fonda, ni las palmadas, ni el tarrazo de agua helada pudieron despertarlo: había bebido aguardiente fabricado con alcohol industrial y murió intoxicado. Su pobre madre había caído en un estado de catatonia y desde entonces quedó como alunada, no hablaba, no miraba y parecía no oír cuando ella, desesperada, le gritaba al oído que despertara de una vez por todas, madre, por Dios. Por eso Esther no hacía caso a los hombres que se le acercaban, pues en su mayoría eran asiduos al aire de las cantinas. Y era justo por eso que le gustaba el hombre que le gustaba: porque era evangélico o algo así, y no bebía ni fumaba.
Rosaura, en cambio, no tenía ningún remilgo en pasar frente a cualquier fonda o cantina. Al contrario, le hacían gracia las cosas que le gritaban los obreros asomados a las ventanas y, para animarlos, bamboleaba con más gusto sus caderas. Pese a que las demás mujeres la miraban feo, a Rosaura le gustaba hacer ostentación de su anatomía, y gozaba viendo el efecto sísmico que causaba entre los hombres.
Hacía un par de años, un poeta laureado, de paso por la oficina, había hecho una apología de su cuerpo en un texto que fue divulgado con mucho éxito en un periódico del puerto, uno que llegaba cada semana a la oficina. El poema, de corte satírico, tenía epítetos como: «Mimosa de tetas», «estricta de cintura», «plenipotenciaria de culo» (a lo que más apuntaba la apología era a su culo), y había sido publicado el mismo día en que apareció la noticia del descubrimiento de la momia de Tutankamón en el Valle de los Reyes. Los solteros de Desolación festinaron un buen tiempo con que el culo de Rosaura había eclipsado la gloria de uno de los más grandes faraones de Egipto.
Ella solo reía. En el fondo, los hombres le importaban un reverendo comino. "



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