El intelectual y su mundo (fragmento)Julián Marías
El intelectual y su mundo (fragmento)

"Acaba de cumplirse el tercer centenario de la muerte de Renato Descartes, acaso el nombre más representativo de Europa. Parece que estamos muy lejos de él, no sólo por los trescientos años que separan su fecha de la nuestra, sino más aún porque en él empezó de verdad lo que con nosotros termina: la Edad Moderna y lo que se ha llamado por antonomasia el racionalismo. Es cierto que hoy estamos muy lejos de opinar lo que Descartes pensaba, que tenemos a nuestra espalda los fracasos de buena parte de las empresas hacia las que Descartes ponía, animosa y confiadamente, la proa. Todavía más: en buena medida, lo que está hoy en crisis es el mundo inaugurado por Descartes, la forma de pensamiento de que fue principal autor; podemos decir, para extremar la expresión, que la solución cartesiana es hoy nuestro problema. Pero después de decir esto, que es estrictamente verdad, tenemos obligación de no quedarnos ahí, porque el hombre es el ente que en este mundo no puede quedarse en ninguna parte.
Si prescindimos del contenido concreto de la innovación cartesiana para retener sólo su estructura funcional, encontramos que consistió ante todo en recurrir de las ideas recibidas a las ideas evidentes, originadas en el individuo y, por consiguiente, que encierran en sí mismas su justificación. Pero nosotros no podemos contentarnos con eso, sino que hemos de traducir ese esquema a nuestra situación actual. Tenemos que apelar de toda idea, de toda interpretación, a la nuda realidad. Y alguna vez he dicho que así como la duda fue en el cartesianismo el instrumento del regreso metódico de las ideas recibidas a las ideas evidentes, la historia es el órganon del regreso de las interpretaciones a la realidad misma. En este sentido, la lección de Descartes es íntegramente eficaz para nosotros, y nuestra situación, materialmente distinta y aún opuesta, es formalmente semejante. Podemos hablar de un «cartesianismo funcional», que sería el modelo de la tarea intelectual del siglo XX.
Con lo cual cerramos el círculo de estas consideraciones, que así suprime todo posible vicio. Ha sido la historia la causa principal del irracionalismo dominante, de esos dos fenómenos, tan justificados e interesantes como turbios y equívocos, que se llaman el existencialismo y el historismo. Y, como siempre, sólo puede superarse esa situación haciendo hincapié en ella, tomándola en serio y, en lugar de eludirla, llevándola a sus últimas consecuencias. Siempre he pensado que el historismo sólo se supera a fuerza de historicidad; hay que tomar la historia en su integridad y en su realidad verdadera, que no se detiene en ninguna de sus formas pretéritas, sino que nos remite al presente, a nosotros mismos; y entonces se encuentra a la vez su estructura esencialmente sistemática y su intrínseca razón. Y como en los problemas europeos se encierra, como antes vimos, la historia de Europa, de la que han nacido, su planteamiento adecuado supone la puesta en marcha concreta de la razón histórica. De este modo, la fidelidad a la situación en que el hombre europeo se encuentra lo lleva ineludiblemente a contar con la realidad unitaria de Europa, vista desde la perspectiva concreta de su vida individual adscrita a su nación respectiva, y a la vez a encontrar la forma superior de razón que haga posible reanudar con eficacia la vida intelectual europea. "



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