La canoa de papel (fragmento)Eugenio Barba
La canoa de papel (fragmento)

"Los niños lloran, corren entre los hombres y las mujeres acurrucadas sobre las esteras, mientras a mi alrededor pasan vendedores de café, té, betel y frituras picantes. Los tambores continúan sonando incesantes, los cantores afrontan, una después de la otra, las estrofas de la historia, y los actores Kathakali parecen fluctuar en el aire como si tuviesen el mismo vigor de la lámpara de aceite del centro de la escena. De sus imponentes coronas penden centenares de laminillas de plata que, a la luz de las llamas, lanzan destellos sobre el rostro de los actores pintados de verde. Ojos enormes, blancos, inyectados de rojo. Barbas sólidas como collares. El rostro reluciente por el sudor y el aceite del maquillaje es más que humano. Las estatuas de Konorak danzan. Dan ganas de tocarlas, de acariciarlas, de lamerlas. Es imposible descubrir detrás de estos monumentales seres, la figura de aquellos jóvenes que he
visto por la mañana llevando paños blancos alrededor de la cintura, de torsos gráciles de niños pobres nunca saciados, con piernas como palillos que parecen no poder resistir el cansancio.
Las mariposas que revolotean alrededor del fuego son indiferentes al llanto de los niños, a la charla de los hombres y las mujeres y al sueño de los campesinos, que en la noche ya avanzada se han recostado a descansar y a dormir. Después de cinco, seis horas, me siento vacío, aturdido por la indiferencia de los espectadores, por la creciente obstinación de los actores, por esta noche a la cual me he acostumbrado y en la cual se ha pulverizado toda la fascinación por lo exótico. "



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