El hombre eterno (fragmento)Gilbert K. Chesterton
El hombre eterno (fragmento)

"Cuando el genio de Buda se alzó para ocuparse del asunto, esta especie de sentimiento cósmico lo había impregnado casi todo en Oriente. Aquello era la selva de una mitología extraordinariamente extravagante y casi asfixiante, Es posible, sin embargo, que manifestemos más comprensión hacia esta popular riqueza de folclore que hacia un cierto tipo de pesimismo que podría haberla marchitado. No debemos olvidar que gran parte de la imaginería espontánea oriental es idolatría: adoración literal y concreta de un ídolo. Esto es algo que no se da en el antiguo sistema de los brahmanes, al menos desde su punto de vista. Pero esa sola frase nos trae a la memoria una realidad de mucha mayor importancia: el sistema de castas de la antigua India. Este sistema pudo haber disfrutado de algunas de las ventajas prácticas que tenía el sistema de gremios de la Europa medieval. Pero a diferencia de lo que constituiría una democracia cristiana y, en contraposición a cualquier tipo de aristocracia cristiana, concibe la superioridad social como una superioridad espiritual. Esto, no sólo lo separa radicalmente de la fraternidad del cristianismo, sino que le hace situarse como una poderosa montana de orgullo entre los niveles relativamente igualados del Islam y de China. Y la permanencia de este hecho a lo largo de los siglos no es sino otra muestra de ese espíritu de repetición que ha caracterizado a las épocas desde tiempo inmemorial. Ahora bien, hay otra idea predominante que se tiende a asociar a los budistas, según lo interpretado por los teosofitas, aunque algunos de los budistas más estrictos nieguen la idea y, con mayor desprecio, renieguen de los teosofitas. Pero, ya esté la idea en el budismo o, únicamente, en su lugar de nacimiento, en una tradición o en un budismo transformado, es una idea que se adecúa perfectamente a este principio de repetición. Me refiero, por supuesto, a la idea de la Reencarnación. "


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