El médico de San Luis (fragmento)Eduarda Mansilla
El médico de San Luis (fragmento)

"Escucha, joven, le dije, después de un rato, no voy a dirigirme a tu corazón no, aunque conozco bien el camino que a él conduce, y sé cuán fácil es conmoverlo, sin embargo, dudo ya de la estabilidad de tus propósitos. Voy a hablar a tu razón, a tu inteligencia.
¿Por qué si estás descontento de la ocupación que tienes, no tratas de buscar otra que más te convenga? ¿Por qué no me lo has dicho mucho antes? Hiciste mal, yo no conozco a ese hombre que me pintas con tan negros colores, y quizás sólo tengo yo la culpa de tu padecimiento. Generoso amigo, exclamó Amancio con vehemencia, no culpe usted sino a mi negra estrella, nací para sufrir sin tregua ni esperanza. Quiero pintar a Ud. el cuadro de mis dolores. Desde el día en que por vez primera me acerqué a ese hombre, un instinto repulsivo me alejaba de su lado, y sólo por un gran esfuerzo de voluntad consentí en quedarme a su lado. Sin embargo, en el primer tiempo no podía yo quejarme sino de la vulgaridad de sus maneras, de sus groseros chistes y de una socarronería jesuítica con que trataba los asuntos de su juzgado, afectando siempre una compasión tan exagerada y mal dirigida, que producía en mí el efecto opuesto. Mi trabajo se reducía entonces a buscarle en algunos libros de derecho civil y criminal, textos en que fundar la justicia de sus sentencias, siendo de notar que ponía en ello especial esmero a pesar de que al propio tiempo, me hablaba del derecho y de la justicia, con el más alto desprecio. Más de una vez le objeté no comprendía cómo teniendo esas ideas, se daba tanto trabajo para redactar sus sentencias y calcarlas según la letra de la ley, a lo que me respondía riendo: Es necesario, mi joven amigo, que se convenza usted de que la mejor regla de moral pública y privada es dar a nuestros actos por arbitrarios e injustos que ellos sean, cierto carácter de legalidad y de justicia, que nos gane el buen concepto de los tontos, que son los que más abundan. "



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