El hombre y el misterio en Asia (fragmento)Ferdynand Ossendowski
El hombre y el misterio en Asia (fragmento)

"Los policías se los llevaron. Tuve que explicar cómo había contratado a los dos hombres en la aldea cerca de la estación, y me costó lo indecible convencerme de que no poseían las cualidades apetecibles en unos guardianes.
El jefe del destacamento me enteró de que El Tuerto y su compañero asaltaron a los buscadores de oro, escondidos en el bosque, y les asesinaron, robándoles unas cinco libras del preciado metal, regresando a mi lado. Luego, con el pretexto de recobrar las bestias perdidas, se encaminaron al caserío donde nos detuvimos en la granja de la en exceso confiada vieja. Allí cayeron sobre la finca del rico labrador Sorienko, y amenazando a éste con la tortura y la muerte, le forzaron a que les entregase todo su dinero. En el momento de satisfacerles la exigencia, llegó el pelotón de policía y capturó a los ladrones, que no esperaban la para ellos desagradable irrupción. El Tuerto intentó resistirse, y tenía su verdadero aspecto, pues se había quitado su ojo de cristal, guardándoselo en el bolsillo, por si era preciso luchar. Ese ojo artificial servía al bandolero a modo de impenetrable careta, facilitándole la impunidad en la perpetración de sus crímenes. Con su prisión respiraron tranquilas las gentes de aquella comarca.
Me hallo en la necesidad de recordar que El Tuerto era un sujeto simpático y servicial. No obstante, me originó un molesto contratiempo, obligándome a continuar mi viaje con un mozallón campesino que me proporcionó la policía, zafio y holgazán, que a cada instante perdía el camino, y tan cobarde, que hasta se asustaba de los añosos robles, que creía eran morada de los diablos verdes del bosque. Solía embriagarse a tontas y a locas, y entonces se le cerraba más la mollera, riéndose como un idiota. Aquel babieca se llamaba ¡Águila!
El oro es el amo supremo en la taiga del Bikin. Las leyendas aluden a las vetas, fabulosamente ricas, incrustadas en los macizos montañosos y a los maravillosos tesoros ocultos en los lechos fangosos de los ríos profundos y torrenciales, como el Jor y el Yman, y de boca en boca se transmiten los relatos de los nefandos crímenes perpetrados en aquellos parajes y los de las extraordinarias aventuras de que fueron protagonistas tantos desventurados, impulsados por la codicia y la desesperación.
En nombre del Metal, del Diablo Amarillo, como los coreanos llaman al oro, se cometieron en la taiga usuriana actos sangrientos y terribles, igual que se realizaron hechos de valor heroico y de fuerza de voluntad; pero el Diablo Amarillo triunfa siempre y guía a los hombres, deslumbrados por el brillo del oro, a la ruina y a la perdición. "



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