El malentendido (fragmento)Albert Camus
El malentendido (fragmento)

"JAN: María tiene razón, esta hora es difícil. (PAUSA) ¿Qué hace, qué piensa en el cuarto del hotel, con el corazón encogido, los ojos secos, acurrucadas en una silla? las noches de allá son promesas de felicidad. Pero aquí al contrario… (MIRA EL CUARTO) Vamos, esta inquietud no tiene motivo. Hay que saber lo que se quiere. En este cuarto se arreglará todo.
LLAMAN BRUSCAMENTYE. ENTRA MARIA.
MARTA: Espero no molestarlo, señor. Quisiera cambiar las toallas y el agua.
JAN: Creí que ya lo habían hecho.
MARTA: No, el viejo tiene algunas distracciones.
JAN: No tiene importancia. Pero casi no me atrevo a decirle que no me molesta.
MARTA: ¿Por qué?
JAN: No estoy seguro de que figure en el convenio.
MARTA: Ya ve usted que no puede contestar como todo el mundo, aunque pretenda conciliarlo todo.
JAN (SONRIE): Tendré que acostumbrarme. Deme un poco de Tiempo.
MARTA (TRABAJANDO): Ésa es la cuestión. (ÉL SE APARTA Y MIRA POR LA VENTANA. ELLA LO OBSERVA. JAN SIGUE DE ESPALDAS. MARTA HABLA MIENTRAS TRABAJA) Lamento, señor, que este cuarto no sea tan cómodo como usted podría desearlo.
JAN: Es muy limpio y eso vale mucho. Lo han reformado hace poco, ¿verdad?
MARTA: Es cierto. ¿Cómo lo sabe?
JAN: Por detalles.
MARTA: De todos modos, muchos clientes lamentan la falta de agua corriente y en realidad no se puede decir que no tengan razón. Hace tiempo queremos instalar una lámpara eléctrica en la cabecera de la cama. Supongo que ha de ser desagradable para los que leen acostados tener que levantarse para apagar la luz.
JAN (SE VUELVE): Cierto, no lo había notado. Pero no es una molestia tan grande.
MARTA: Es usted muy indulgente y se lo agradecemos. Me alegro de que los numerosos inconvenientes de nuestra posada no le importen y le preocupen menos que a nosotros. Otros ya se hubieran ido.
JAN: A pesar de nuestro convenio, permítame decirle que es usted extraña. Porque me parece que no es propio del hotelero hacer notar los defectos de la instalación. Y en realidad se diría que usted trata de convencerme de que me marche.
MARTA: No he pensado nada de eso. (TOMANDO UNA DECISIÓN) Pero lo cierto es que mi madre y yo vacilamos mucho antes de recibirlo.
JAN: Pude notar, por lo menos, que no hacían mucho por retenerme. Pero no comprendo por qué. No dudarán ustedes de mi solvencia y me imagino que no doy la impresión de ser un hombre que tenga alguna fechoría que reprocharse.
MARTA: No, no es eso. Si quiere saberlo, no sólo no tiene usted nada de malhechor sino que hasta lleva todas las marcas de la inocencia. Los motivos son otros. Debemos abandonar este hotel, y desde hace algún tiempo proyectamos todos los días cerrarlo para comenzar los preparativos de la marcha. Nos resultaba fácil; rara vez llegan clientes. Pero con la presencia de usted comprendimos qué arraigada teníamos la idea de abandonar nuestro antiguo trabajo.
JAN: ¿Así que desean exactamente que yo me marche?
MARTA: Ya se lo he dicho: vacilamos y, sobre todo, yo. En realidad, todo depende de mí y todavía no sé qué decisión tomar.
JAN: No quiero ser una carga para ustedes, no lo olvide, y conformaré mi conducta a sus deseos. Sin embargo, le diré que me convendría quedarme uno o dos días más. Tengo que ordenar unos asuntos antes de proseguir mis viajes y esperaba encontrar aquí la tranquilidad y la paz que me faltan.
MARTA: Comprendo su deseo, créalo, y si quiere lo pensaré de nuevo. (PAUSA. ELLA DA UN PASO INDECISO HACIA LA PUERTA) ¿Entonces volverá al país de donde viene?
JAN: Sí, sí es necesario.
MARTA: Es un hermoso país, ¿verdad?
JAN (MIRA POR LA VENTANA): Sí, es un hermoso país.
MARTA: Dicen que en esas regiones hay playas completamente desiertas.
JAN: Es cierto, nada en ellas recuerda al hombre. A la mañana temprano se encuentran en la arena las huellas que dejan las patas de las aves marinas. Son las únicas señales de vida. En cuanto a las noches… (SE INTERRUMPE)
MARTA (SUAVEMENTE): ¿En cuanto a las noches, Señor?
JAN: Son turbadoras. Sí, es un hermoso país.
MARTA (CON NUEVO ACENTO): Muchas veces pienso en él. Algunos viajeros me han hablado de ese país, he leído lo que pude. Y muchas veces, como hoy, en medio de la primavera agria de esta región, pienso en el mar y en las flores de allá. (PAUSA, LUEGO SORDAMENTE) Y lo que imagino me vuelve ciega para todo lo que me rodea. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com