Azabache (fragmento)Anna Sewell
Azabache (fragmento)

"Siguió a esto una conversación, al cabo de la cual acordaron que Robert, el mozo de cuadra, me guiaría, y que Ned llevaría el cadáver. Costó mucho subirlo al coche, porque no había nadie que retuviera a Bravía, pero ésta, que sabía tan bien como yo lo que pasaba, se quedó inmóvil como una estatua. Lo noté porque, si tenía un defecto, era su impaciencia al estar inmóvil. Ned partió a paso lento con su lúgubre carga, mientras que Robert me revisaba de nuevo la pata. Luego sacó el pañuelo, con el cual la vendó bien, y de ese modo me condujo de vuelta a casa. Jamás olvidaré aquella recorrida nocturna: eran más de tres kilómetros. Robert me guiaba con suma lentitud, y yo lo seguía cojeando como podía, entre fuertes dolores. Estoy seguro de que me compadecía, puesto que con frecuencia se detenía y me palmeaba, hablándome con suavidad.
Al fin llegué a mi pesebre, donde comí un poco de maíz. Después de envolverme las rodillas con trapos mojados, Robert me ató la pata con una cataplasma de afrecho para extraer el calor y limpiarla antes de que la viera el veterinario, por la mañana. Entonces logré tenderme en la paja y dormir, pese al dolor.
Al día siguiente el herrador, después de examinar mis heridas, dijo que esperaba que no tuviera lastimada la coyuntura. En tal caso, no quedaría estropeado para el trabajo, pero jamás perdería ese defecto. Creo que hicieron lo posible por curarme bien, pero fue una cura prolongada y penosa. Me creció carnosidad sobre las rodillas, que me quemaron con cáusticos; cuando por fin sanaron, les echaron encima un fluido ardiente para sacar todo el pelo. Para hacer esto tenían no sé qué motivo; supongo que habría una razón para ello. "



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