Belleza en medio del caos (fragmento)Jakucho Setouchi
Belleza en medio del caos (fragmento)

"Sucedió una calurosa tarde, a comienzos del mes de julio de 1912 (en el cuarenta y cinco año de la era Meiji). Apiladas sobre el escritorio de una de las oficinas de la editorial Seito, se hallaban diversas cartas de lectores de todo el país que habían sido encontradas en el cuarto trasero del principal edificio del vetusto Templo budista de Horaicho, ubicado entre el campus de Hongo y la estación de Komagome.
Seito, editorial que había lanzado al mercado su décima edición, desde el número inicial de septiembre del año anterior, consideraba necesario valorar adecuadamente qué debía publicarse en la edición de su primer aniversario. La exitosa y fiel respuesta del público a lo largo de todo el año había sorprendido a todo el equipo editorial, incluido su editora jefe, que firmaba bajo el pseudónimo de Haruko Hiratsuka. La palabra Seito se había hecho familiar en toda la nación, y era inconcebible que algún lector de periódicos pudiera equivocarse en relación a la procedencia de las estimulantes palabras de moda, "Nuevas Mujeres" en relación a aquéllas que escribían para Seito.
Cuando Haruko recordó cómo fue ultimada aquella primera edición, en medio de ingentes y estresantes esfuerzos, en aquellos días del pasado estío, sintió como si el tiempo se hubiera retrotraído al día de ayer. Oteando por encima del correo, localizó a Yoshiko Yasumochi, justo en la mesa de enfrente y cuya concentración estaba absorbida por los juegos calculatorios de un ábaco.
Seito, que había dispuesto para la primera edición una tirada de sólo doscientas copias, distribuidas con inmenso temor, había de enfrentarse ahora a un excedente de dos mil. En relación a las finanzas, Yoshiko Yasumochi había citado recientemente la cantidad de tres mil y dada su audaz confianza, ellas serían capaces de imprimir para la edición conmemorativa tal ingente cantidad. Solía decirse que incluso las publicaciones femeninas podían auto sustentarse siempre que se publicaran muchas copias. Seito había comenzado su andadura con un pequeño grupo no profesional, y en absoluto sofisticado, de jóvenes mujeres. Prueba irrefutable de su logro era que en menos de un año elucubraran sobre tal número de ediciones.
Gotas de sudor perlaban la frente de Yoshiko, cuyo rostro tendía atento hacia el tablero, ahítos de humedad los mechones de su cabello semejaban estertores que transpiraran sobre sus sienes, dando la impresión de una efusiva acometida de calor. A pesar incluso de una ligera brisa proveniente de una ventana medio abierta situada en la amplia galería opuesta, aquélla lucía igualmente tibia y acuosa, ni siquiera ofrecía el lenitivo de un ápice de frío. Los lamentos de las cigarras en las copas de los árboles de la vecindad aledaña resultaban muy molestos y parecía incluso que intensificaran el grado extremo de la sensación térmica imperante. "



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